Su sonrisa lo deslumbró y entre rumba y rumba supo que esa diosa mexicana se le había metido en el corazón. Una noche, bajo las luces de la ciudad colonial, el muchacho de Caracas algo le dijo al oído. Una promesa, tal vez un poema, una canción quizás. Eso nadie lo sabe. Sólo la noche cartagenera.
2 comentarios:
realmente hermosos, ambos...
y tu también, y todo ese bello grupo que formamos
Los vi. Juagan a que no los vieran. chávez lo habría colgado. Fox la habría mandado a la hoguera. Ellos no los vieron. Solo yo los vi. Y Cartagena entera estaba ahí, en sus ojos, y ella estaba en sus ojos, refugiada en el deseo, la pasión y la alegría de tenerlo, aunque a los días se le acabara.
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