29.3.07

LA MANO DE MARCELA

Un hombre furioso. Una joven que no entiende nada. Una relación violenta que se prolonga por años, en una zona donde no llega la luz, ni la justicia.
La historia más dura y triste que hemos publicado en mucho tiempo.


Por Alejandra Delgado

Marcela Valenzuela y Sergio Astorga se despertaron al alba para recoger leña en los cerros, como es habitual entre los habitantes de Lo Figueroa en la VII Región. De regreso Sergio se adelantó para dejar la pesada carga en la parte de atrás de la casa. Al llegar vio a alguien en la entrada. Era Carlos Valenzuela Fuentes, el tío de Marcela. El hombre que la violó desde que tenía 9 años.
Hijo de un padre alcohólico, el Tío Carlos -como le dicen a Valenzuela en la zona-, trabaja de carbonero: corta árboles, los convierte en carbón y los vende. Todo el tiempo carga una motosierra.
Cuando Marcela tenía 21 años, se la llevó a vivir con él. Hasta 2001 mantuvieron una relación que nada tuvo de amorosa. Según relatan los vecinos, el Tío Carlos la trataba como una esclava. Describen golpes, insultos y gritos. No la alimentaba, tampoco la vestía. El dormía en la cama, ella en el suelo.
A Marcela todo aquello le parecía normal. A sus 27 años, no conocía algo distinto.
-Cuando llega mi tío a la casa, me pesca como una perra -le contó un día a la matrona del consultorio de Pencahue. La funcionaria le dijo que ser violada por su pareja no era normal. Como Marcela no parecía tener capacidad de resolver su problema, la matrona decidió amenazar al Tío Carlos con denunciarlo y le exigió que se fuera de la casa.
A pesar de ser analfabeto, el hombre comprendió el mensaje y abandonó su hogar. Su despecho, sin embargo, fue creciendo con los meses. Y al enterarse de que Marcela tenía una nueva pareja, juro vengarse.
Cuando Sergio Astorga se lo encontró esa mañana, lo saludó parco y continuó su camino. Notó que andaba borracho, pero no le dio importancia. El Tío Carlos contó más tarde a la policía que aquel viernes 7 de junio del 2002 estaba loco de rabia. Lo humillaba pensar que "su mujer" estaba viviendo con otro.
Luego llegó Marcela. Lo vio ahí parado con su motosierra en la mano y sintió miedo. El la tomó del brazo y le dijo que conversaran. Ella se negó. Comenzaron a forcejear. Valenzuela encendió su máquina y se abalanzó. Marcela sintió la hoja dentada rozando su cabeza. La sangre comenzó a brotar con fuerza. Aterrada cayó al suelo hecha un ovillo. Soltó un grito.
-¡Te voy a matar conchadetumadre!, - vociferó el Tío Carlos.
Marcela sintió un corte en la espalda. Luego otro. Y otro. Instintivamente llevó sus manos hacia la nuca. De pronto dejó de escuchar el sonido de la máquina. Se había atascado en la manga de su chaleco. Marcela temblaba.
Al momento de la agresión Sergio se encontraba en la parte trasera de la casa ordanado la leña. Al escuchar la motosierra funcionando corrió para ver que ocurría.
-Cuando llegué la niña ya estaba sangrando en el suelo. El hombre salió arrancando. Pensé en seguirlo, pero sólo me preocupé de ayudarla-, recuerda Sergio.
Marcela lo miró desconsoladamente.
-Mira lo que me hizo, -gimió mostrándole su muñeca rebanada.
De un hilo pendía su mano izquierda.
JUSTICIA EXPRESS
Mientras una ambulancia trasladaba a Marcela hasta el hospital de Talca, Carabineros buscaba a Valenzuela entre los cerros de Pencahue. Cuando lo encontraron, no opuso resistencia.
La historia causó revuelo en la capital regional. La Reforma Procesal Penal llevaba un año funcionando en la región y los talquinos esperaban un juicio rápido y una condena ejemplar.
El Ministerio Público, organismo que representa los intereses de la sociedad, se hizo parte nombrando al Fiscal adjunto Álvaro Hermosilla. Tras analizar el caso el abogado optó por acusar al Tío Carlos de lesiones graves, desechando el homicidio frustrado y la mutilación. El motivo: conseguir una pena más alta y asegurar, de paso, la prisión preventiva para el Tío Carlos.
El tribunal de Garantía, sin embargo, no respondió a esas expectativas. Mientras Marcela se recuperaba en el hospital regional, la magistrada Isabel Salas resolvió dejar a su agresor en libertad por considerar que no existían antecedentes para acreditar el delito.
-El Fiscal no me aportó más antecedentes que decirme que tenía fundadas presunciones. Y eso es insuficiente para resolver- dijo la jueza a prensa.
Hermosilla rechaza esas afirmaciones. Presentó la declaración de dos vecinos que presenciaron el ataque y la de un testigo que vio al Tío Carlos huir. Estaba también la confesión del propio agresor y el informe del Servicio Médico Legal.
La reacción pública no se hizo esperar. Integrantes de la Casa de la Mujer Yela protestaron en la Plaza de Armas de Talca. A través de la prensa penalistas de la zona tildaron la libertad del acusado como una "aberración jurídica". El propio Fiscal Nacional Guillermo Piedrabuena presentó una queja disciplinaria ante la Corte de Apelaciones de Talca en contra de la jueza.
EL TÍO DE LA MOTOSIERRA
Cuatro días después de ese fallo, la Corte revocó la resolución y el Tío Carlos quedó recluido en la cárcel. Allí permaneció nueve meses. Afuera la prensa ya lo había bautizado como "El Tío de la Motosierra".
Marcela comenzó su rehabilitación. El Centro de Atención Integral a Víctimas de Delitos Violentos, inaugurado poco antes por el ministro de Justicia, derivó a Marcela a la Casa Yela. En esta institución de acogida vivió mientras duró la investigación.
Leonora Gutiérrez, monitora del centro cuenta que cuando llegó Marcela, era incapaz de decir una palabra. Cuando comenzaron a trabajar con ella descubrieron a una mujer que parecía había vivido completamente al margen de la civilización. Ninguna conciencia de sus derechos. Sólo miedo y desconfianza.
-Ella no sabía leer ni escribir. Aquí le enseñamos a comer, a vestirse, a valerse por sí misma.
El caso del Tío de la Motosierra se resolvió el 28 y 29 de abril pasado en un juicio oral de extraordinaria rapidez. Ambas partes subieron al estrado a 16 testigos contando peritos policiales, médicos legistas y sicólogos. Durante el primer día, Marcela declaró ante una sala repleta de público. Con frases entrecortadas habló de su vida con el Tío Carlos antes del ataque:
-Se portaba mal conmigo. Me trataba muy mal. Me pasaba pegando- testimonió.
Luego, detalló la escena de la agresión:
-Me cortó la cabeza primero. No pude arrancar. Después me cortó la mano. El andaba curado. Me cortó la espalda y después se fue. Yo gritaba cuando llegaron a ayudarme.
Al terminar, Marcela levantó su brazo izquierdo para mostrarle a los jueces su mano amputada.
La fiscalía calificó la acción como "salvaje". La abogada querellante exigió una indemnización por daños morales y materiales.
La defensa del Tío Carlos se parapetó en las características del acusado: sus limitaciones producto del ambiente "primitivo" en el que creció y su retardo mental leve fruto de su alcoholismo.
Al día siguiente la Corte resolvió que Carlos Valenzuela Fuentes era culpable. El 3 de mayo recién pasado se conoció la sentencia: 5 años bajo libertad vigilada y una indemnización de siete millones de pesos por los costos morales. Más un millón 800 mil pesos correspondientes al valor de una prótesis de mano para Marcela.
En su resolución los jueces acogieron dos atenuantes a favor del condenado. La primera, "Imputabilidad disminuida" como resultado de "un retardo mental" La segunda, "irreprochable conducta anterior". Esto, porque los jueces no consideraron la violencia sufrida por la víctima antes del ataque: las permanentes violaciones a las que fue sometida durante su convivencia con Tío Carlos.
A la salida del juzgado, integrantes de la casa Yela que acompañaron a Marcela en todo el proceso esperaron al Tío Carlos. Algunas querían lincharlo. "¡Injusticia!, ¡Injusticia!", gritaban.
El Tío Carlos salió caminando tranquilo, con el rostro inmutable. Estaba satisfecho con la sentencia.
Para muchos el resultado fue paradójico. La justicia actuó en tiempo récord: a menos de un año del crimen la modernización del sistema mostraba su eficacia.
-Lamentablemente las leyes que rigen desde 1873 no van a la par con la Reforma Procesal Penal. Nuestra legislación protege más los delitos contra la propiedad que los que atentan contra la vida, concluye Hermosilla.
EL EVANGELICO
Marcela acaba de recibir las llaves de su nueva casa y está feliz. Es un regalo del Serviu para compensar en algo su drama. También luce una dentadura nueva a la que accedió gracias al Programa Sonrisa de Mujer. Un coqueto cintillo rojo hace juego con la chaqueta que le regaló Sergio. Dice que cuanto antes espera mudarse porque cada vez que entra en su actual casa, las imágenes de aquel día se le vienen encima.
También quiere irse de ahí porque el piso es de tierra y las paredes se mojan. No tiene luz y el frío se cuela por la puerta. Si todos eso le parecía normal antes del ataque, ya no le gusta.
-El juicio la culturizó –dice el abogado Hermosilla. -Antes de perder la mano, Marcela ni siquiera tenía noción de que ser violada era anormal- concluye.
La mujer se levanta para preparar un brasero. Sergio le ofrece ayuda. "Yo puedo, viejo", le dice. Lo hace con destreza. Pronto se va a cumplir un año desde el ataque y aunque todavía no recibe su prótesis, parece haberse adecuado a su impedimento físico.
La gente del pueblo cuenta que ahora el Tío Carlos ahora anda peinado y limpio. Aparentemente frecuenta una iglesia evangélica y acude todos los días a rezar. Parece otro. Pero Marcela no cree que sea otro.
-En las noches me despierto con pesadillas. Sueño que viene a matarme- cuenta.
Al Tío Carlos lo acompaña su hermana, la madre de Marcela, con quien vive en una población de Talca. Desde un principio la mujer estuvo de parte del agresor. Lo mismo hizo cuando Marcela le confesó que ese hombre la violaba. Ninguno de sus ocho hermanos la ha visitado para saber como está. Si alguna vez eso le dio pena, ya no le importa.
-No me interesan. No quiero verlos más- dice.
Definitivamente Marcela es otra.

PINOCHET JUNIOR

EL EXPEDIENTE DEL PRIMOGENITO
UNA HISTORIA DE VIOLENCIA Y MILLONES


"María Verónica corrió hasta el dormitorio principal, sacando desde el interior de un velador una pistola Sig-Sauer, calibre 9 milímietros y apuntando a Augusto Pinochet Hiriart, le exigió que se retirara del lugar, pese a lo cual este nuevamente intentó agredirla, instante en el que la detenida, frente a la inminente agresión física de la que iba a ser objeto, efectuó un disparo."
Extracto del parte policial que da inicio a la causa nº63.391-7 del 11 del Crimen de Santiago.


Por Alejandra Delgado

Al llegar al living María Verónica Molina se da cuenta de que su esposo está en la casa. La pareja lleva casi tres años separada de hecho. Pero Pinochet insiste en aparecerse por ahí. Entra sin pedir permiso. Dice ir a ver a sus hijos. Pero sólo quiere dinero. Y sus visitas son violentas. Su esposo es Augusto Pinchet Hiriart, el primogénito del dictador.
Al verla Pinochet se agita. Ella se pone nerviosa.
-Andate- le dice.
-Esta es mi casa y hago lo que quiero- contesta seco.
El hombre se pasea por el living, cada vez más molesto.
-Todo lo que hay en esta casa es mío- insiste. Se acerca al bar, saca una botella con un licor rojizo y se sirve un vaso.
-Para no perderlo todo, me voy a tomar este trago.
Mientras bebe, Pinochet le exige a su mujer que le entregue un cheque en blanco. La mujer se niega. Comienzan a discutir. El grita. Ella insiste en que se vaya.
Hay una pausa. Breve y cortante.
Luego Pinochet salta sobre la mujer, la toma por el cuello y comienza a ahorcarla.
Molina se escabulle y corre hasta el dormitorio principal. Siente tras suyo los pesados pasos de Pinochet. Saca desde su velador una pistola marca Sig-Sauer, calibre 9 milímetros, se da media vuelta y apunta. Pinochet está en la puerta. Ella le grita que se vaya. Augusto Pinochet se abalanza con el rostro desencajado.
La mujer dispara.
El tiro da en la pierna izquierda de Pinochet, a la altura de la tibia. Pinochet grita. La sangre mancha la alfombra. Molina, temblando, llama al hospital militar para pedir una ambulancia. Los médicos determinan: fractura expuesta en la pierna izquierda (tibia y peroné), de carácter grave. Pronóstico: 5 meses de incapacidad.
Es la noche del 2 de agosto de 1992. Dos semanas después Augusto Pinochet se querella contra su mujer por parricidio frustrado. Es el inició de un proceso judicial que durará hasta diciembre de 2000.
En el expediente, al que tuvo acceso The Clinic, se ventilan las partes más violentas y secretas del matrimonio de Augusto, el primogénito.
Yo La Quería
María Verónica Molina tenía 13 años cuando se enamoró de Augusto Pinochet. Era la hija mayor de una dueña de casa y de un ex funcionario de la Caja de Empleados Fiscales. Quedó encandilada con los ojos azules de un joven que por entonces tenía 23 años y seguía los pasos de su padre en la Escuela Militar.
Fueron novios durante tres años hasta que se casaron el 19 de febrero de 1971 en una sencilla ceremonia civil. Al poco tiempo se trasladaron a vivir a Punta Arenas donde Pinochet estaba destinado.
Todo marchó bien hasta que un camión lo aplastó contra una reja de fierro. Las fracturas múltiples le produjeron dolencias permanentes que comenzaron a afectar su carrera y su personalidad. Tenía jaquecas constantes. Cambios de humor imprevisibles. Sus traslados se hicieron frecuentes: 1972 fue Calama. 1973, Antofagasta. Tras el golpe los Pinochet Molina se instalaron en Santiago, en una población militar en Cuarto Centenario.
Un año más tarde Pinochet viajó a Estados Unidos para someterse a un tratamiento médico que lo sanara definitivamente. El tratamiento duró dos años, pero la pareja permaneció allá hasta los 80. Según antecedentes publicados por la revista Análisis en septiembre de 1990, durante buena parte de su estadía la pareja y sus hijos vivieron gracias a un sueldo asignado por la empresa Lan Chile. Los cheques llegaban a nombres de Agustín del Pino, la chapa de Pinochet en Estados Unidos.
En el proceso por parricidio frustrado Molina declaró que desde el inicio de su relación fue sometida "a todo tipo de apremios físico y síquicos", tales como golpes en la cara, en el cuerpo, amenazas. También la obligaba a tener relaciones sexuales incluso en avanzado estado de embarazo.
Hombre de Negocios.
Al regresar a Chile Pinochet está más interesado en los negocios que en las armas. Pero no es buen empresario. Y debe hacer trampas.
Compra dos terrenos en Dalcahue y Chiloé por un monto total de US$ 80.000. Paga con letras de cambio y cheques del Banco Santander. Los documentos fueron protestados.
También se mete en el transporte y de la minería sin mucho éxito.
Las cosas parecen cambiar cuando logra representar a la americana Union Resources Corporation (URC) en un negocio con Codelco. La comisión suculenta. Según la investigación de la revista Análisis, los ejecutivos de Codelco se negaron a cerrar el trato con URC. El dictador en persona debió interceder a favor de su hijo para que el negocio fructificara.
A mediados de los ‘80 incursiona en una nueva aventura que le da las mayores ganancias y le genera a su padre el peor dolor de cabeza. En 1984, usando a un amigo como testaferro Pinochet toma el control de la empresa Metalúrgica Nihasa Limitada.
Rebautizada como PSP esta firma consigue contratos con varias empresas públicas y privadas. Cema Chile, dirigida por su madre, le encarga los adornos de metal de todas las sedes. Y el Ejército le traspasa el acondicionamiento de sus camionetas y jeeps para adaptarlos a la represión de las manifestaciones.
El periodista Ascanio Cavallo cuenta en su libro "La Historia Oculta de la Transición" que PSP "creció alegremente hasta mediados del 87, cuando surgió la posibilidad de comprar Valmoval, una empresa declarada en quiebra y administrada por el Ejército".
Valmoval se dedicaba a la fabricación de fusiles. Pinochet gestionó personalmente la compra de la empresa. Y luego se la vendió al ejército en cerca de tres millones de dólares. Ese fue el gran negocio de la vida de Pinochet.
El pago se hizo en 1989 en tres cheques a nombre de Pinochet: los famosos Pinocheques.
Los Pinochet Molina volvieron a Estados Unidos. Concretamente a la ciudad de Sacramento, en el Estado de California. Con los millones obtenidos Pinochet tenía previsto instalar una empresa de gimnasios y academias de karate. Según relata Cavallo, Pinochet abrió diversas cuentas a nombre de su mujer y sus hijos, para hacer desaparecer su nombre en esos dineros.
Al final cerca de un millón y medio de dólares "se concentró en una cuenta personal a nombre de ella en el Baco Gran América de Sacramento", escribe el periodista.
Pinochet no alcanzó a disfrutar de sus millones. Mientras hacía los últimos traspasos, descubrió que su mujer lo engañaba con el guardaespaldas que les había asignado el Ejército.
La furia del primogénito.
María Verónica Molina declaró al tribunal que las agresiones físicas y verbales se intensificaron en Sacramento.
-Intentamos arreglar nuestro problema matrimonial por lo que comenzamos a visitar un médico siquiatra. Una mañana, él llegó con un desayuno que había comprado en un establecimiento comercial, al que creo le puso un somnífero porque, contra mi voluntad, estuve durmiendo hasta el mediodía. Sus requerimientos para tener relaciones íntimas y mi negativa le provocaron mucho furor y con una espada samurai me amenazó durante largo rato en la cama, dejándola caer en varias oportunidades sobre mi cuerpo.
Luego de este episodio, Molina acudió al Departamento de Policía de Sacramento para pedir protección policial.
La Corte del Distrito prohibió a Pinochet acercarse al hogar. Pero las hostilidades persistieron. Meses después, Pinochet regresó a Chile llevándose a los cinco hijos y todos los enseres de la casa. Por la lista de cosas robadas que presentó la mujer a la policía Pinochet dejó la casa vacía: son tres páginas de objetos entre los que destacan un reloj cartier, un anillo de diamantes y zafiro, un televisor Sony, un computador, dos bandejas de plata, un video gravador, entre otros elementos.
No alcanzaba, por cierto, para recuperar el dinero de los Pinocheques.
Molina se quedó en Estados Unidos acompañada por su guardaespaldas.
-Todo el mundo sabe que ella tenía un amante, afirmó Pinochet en la querella por intento de parricidio. Incluso lo identificó: "el sargento segundo Juan Luis Adasme. Fue un escándalo que no supe como enfrentar. Estuve a punto de estrangularla pero reaccioné. Yo peleé en comandos, así es que si hubiera querido matarla lo habría hecho".
En 1990, la mujer volvió a Chile para recuperar a sus hijos. En diciembre de ese año el Cuarto Juzgado de Menores de Santiago le entregó en forma definitiva la tuición.
Pesadilla I
María Verónica declaró al tribunal durante dos años no supo de su esposo. Hasta que reapareció a mediados de 1992. Entonces, dice la mujer "comenzó a visitar regularmente mi casa con el pretexto de ver a los niños. En una oportunidad se llevó ropa mía y además varias especies que nunca he podido recuperar".
Para entonces el caso de los Pinocheques eran en un problema político mayor. La cámara de diputados había investigado el hecho y Pinochet había tenido que ir a declarar. Las sospechas de que el negocio había contado con la venia del dictador, había puesto al general muy cerca de la renuncia. El momento de mayor tensión, en diciembre de 1990, Pinochet padre ordenó al Ejército acuartelarse: el famoso "ejercicio de enlace".
La furia del general logró neutralizar en parte las investigaciones sobre los Pinocheques. Pero no pudo controlar a su hijo. En 1992 el primogénito seguía jugando al empresario y su nueva empresa Sistemas y Productos estaba al borde de la quiebra. Si eso ocurría, los tribunales accederían a la contabilidad de la empresa y volverían a llamar la atención sobre los Pinocheques y la anunecia del dictador en el negocio.
Pinochet necesitaba urgente dinero para evitar la quiebra.
La tarde del viernes 31 de julio de 1992, María Verónica Molina contrató los servicios de una empresa de aseo para que limpiaran las alfombras de la casa. También estaba en la casa la asesora Gladys Pino y su esposo Patricio Liberona.
Pinochet llegó a eso de las tres.
-Saludó y luego pidió que los dejaran solos porque debían conversar-, relató Gladys al tribunal.
Según la versión de Molina, su marido le dijo que debía pagar 25 millones de pesos el lunes a primera hora. Le dijo que no tenía como cancelar su deuda, y que su padre ya no lo quería ayudar. Que estaba pagando para que le retuvieran la orden de detención, pero que si no depositaba el lunes iría preso.
-De aquí no me voy hasta que no me entregues un cheque. Amenazó.
-No tengo nada, le respondió ella.
La furia de Pinochet no se hizo esperar. La arrojó al suelo e intentó ahorcarla. María Verónica sintió que le faltaba la respiración.
-La señora llegó corriendo a la cocina pidiendo ayuda. Yo le dije que se calmara. Pero llegó Don Augusto, la tomó, la puso contra el refrigerador y ahí le pegó golpes que le rozaban la cara. Don Augusto se veía muy alterado y violento. Ella le pidió que se calmara- relató Gladys en el tribunal.
Pero Pinochet no lo hizo. Comenzó a romper todo lo que tenía a su paso. Molina huyó hacia el dormitorio y antes de llegar, su marido la agarró del pelo y comenzó a arrastrarla por el suelo.
Aterrorizada, intentó zafarse y tomar el teléfono para pedir ayuda, pero él lo desconectó.
Cuando Gladys entró al dormitorio vio lo siguiente. "La señora estaba sentada en una silla y don Augusto la tenía agarrada del pie y se lo doblaba. Ella gritaba y yo también, porque no sabía que hacer".
El esposo de Galdys acudió a la pieza y Pinochet se calmó un poco. Pero fue sólo una pausa. "Luego salieron afuera y ahí nuevamente don Augusto comenzó a pegarle" agrega Gladys.
-Traté de arrancar hacia la calle, pero me volvió a tomar, me tiró al suelo y empezó a azotarme la cabeza contra el cemento para después ahorcarme en forma violenta. Yo no podía respirar, declaró Molina.
En ese instante, uno de sus hijos salió de la casa con un cuchillo amenazando a su padre. Pinochet soltó a su mujer y le dijo al muchacho: "Si eres tan hombre, ¡entiérrame ahora el cuchillo!".
A los pocos segundos llegó Pablo Zañartu, amigo y socio de la mujer en una compra y venta de autos. El hombre logró que Pinochet se retirara del lugar, pero antes de hacerlo los amenazó de muerte.
Zañartu intentó calmar a su amiga. Se subieron a su vehículo y partieron rumbo a Carabineros para dejar constancia de los hechos.
Flor De Ministros.
A pesar de la gravedad del suceso el mayor a cargo de la 16° Comisaría de La Reina se negó a recibir las denuncias argumentando que antes se debían constatar las lesiones.
Dos días más tarde Pinochet regresó la casa de Molina para insistir en la entrega de un cheque. Pero entonces la mujer ya había obtenido una pistola. Una Sig-Sauer que pertenecía al supuesto amante de Molina. Esta vez la iras del primogénito terminó con un balazo.
Molina quedó detenida durante dos noches tras dispararle a su marido. Dos semanas después Pinochet se querelló contra ella en el 11 Juzgado del Crimen por el delito de parricidio frustrado. Exigió, además, una fuerte indemnización: 15 millones por daños directos, 12 millones por daños indirectos y 32 millones por daños morales.
Según su versión fue la mujer la que lo agredió con un puntapíe en los testículos. Y si él la agarro del cuello fue para tratar de detenerla. Dijo que luego la llevó al dormitorio para que se calmara, pero ella se abalanzó al velador, sacó el arma y le apuntó al cuerpo. Sólo su rapidez le permitió desviar el tiro hacia abajo.
-Yo soy un buen marido pero ella siempre se quejaba de mis jaquecas- dijo.
-Abandonó a nuestros hijos y abandonó nuestro hogar conyugal- se lamentó.
En el 12 de noviembre de 1997, después de 5 años de litigio el 11 tribunal del crimen acusó a Molina del delito de porte y tenencia ilegal de arma de fuego, debido a que la pistola no era de su propiedad.
La mujer estuvo cinco días detenida en el Centro de Orientación Femenina logrando salir en libertad previo pago de una fianza de $100.000.
Patrocinada por el abogado Mauricio Unda, la mujer apeló alegando que actuó en legítima defensa. El 10 de marzo de 2000 los ministros Raimundo Díaz, Haroldo Brito y el abogado integrante Domingo Hernández, absolvieron a la mujer de la acusación de porte ilegal de arma. Pero confirmaron la condena por el delito de tenencia ilegal y agregaron el de lesiones graves en contra de su marido. No aceptaron el argumento de la legítima defensa por cuanto "ninguno de los testigos manifestó que el lesionado Pinochet hubiere agredido ilegítimamente a su cónyuge, puesto que todos se refirieron a una golpiza que tuvo lugar el día anterior".
Los jueces además la condenaron a pagar a Pinochet una indemnización de 1 millón 800 mil pesos.
En la oportunidad Molina declaró a la prensa el pago era una forma que tenía su marido de seguir con su acoso.
-Lo conozco, está tratando de hostigarme, como lo ha hecho por largos años. El maltrato hacía mí fue constante. El me torturaba. Mis hijos fueron testigos de esas situaciones. No entiendo cómo puede ser que ahora yo sea la que aparezca como victimaria y él como víctima, denunció.
Anunció que recurriría a su suegro porque, "como se sabe, señaló, Augusto siempre ha sido un hijo problema", explicó.
Pero el suegro no estaba en condiciones de ayudar a su nuera. Llevaba una larga estadía en Londres detenido mientras se decidía su extradición a España acusado de cometer crímenes contra la humanidad.
Tal vez fue esa merma de poder que sufrieron los Pinochet tras detención en Londres que en diciembre del 2000, la Corte Suprema corrigió los errores procesales cometidos hasta ese momento. La Corte absolvió a la mujer de todos los cargos.
Pinochet se quedó así sin la indemnización que quería.
Pero él siempre se las ingenia para obtener recursos. Mientras esta causa se investigaba la policía buscaba intensamente al primogénito en tres regiones por el delito de supuesta estafa.
Haciéndose pasar como representante de "Inversiones Eco", compró en una automotora de Curicó cuatro vehículos por un valor total de 20 millones de pesos. En una práctica que ya se había transformado en un vicio firmó letras en la notaría local "De Rodt" para cancelar en plazos establecidos que por supuesto nunca cumplió.
La denuncia del dueño de la automotora llegó al mismo juzgado en María Verónica fue acusada de tenencia y porte ilegal de armas. Las investigaciones por la presunta estafa quedaron sin resultados ya que simplemente Pinochet "no pudo ser ubicado".

JAQUE MATTE EL TUGURIO DE LA BOHEMIA OCHENTERA

Por Alejandra Delgado

Los parroquianos del Jaque Matte lo llamaban don Sergio, porque él tenía el control de todo. Eran los años ‘80 y para la bohemia cultural santiaguina ese local ubicado entre Plaza Italia y el cine Normandie, era el único espacio disponible. Con sus toscas mesas de melamina y sus azulejos blancos y negros, tenía las luces prendidas toda la noche. A la una de la mañana Sergio Martínez cerraba la puerta con pestillo y un palo atravesado y solo dejaba entrar a unos pocos. Los parroquianos elegidos son hoy parte de la intelectualidad chilena mas top. Terminaba allí Nelly Richards, Pedro Lemebel, Francisco Casas, Pía Barros, Vicente Ruiz, Diamela Eltit, entre muchos otros. Se emborrachaban y arreglaban el Chile de la dictadura. También armaban atados. Sergio Martínez , sentado en el living de su casa en Puente Alto confiesa que sintió pena cuando vio en televisión las imágenes del Jaque Matte transformado en un tugurio protegido por un matón de barrio. En los ochenta también fue un tugurio duro. Pero era una violencia con sentido.
-Yo conocía a la bohemia y sabía quién convenía que entrara y quién no. Yo dejaba pasar a los revoltosos, pero no a los malulos, cuenta.
Recuerda una ocasión en que le negó la entrada al poeta Sergio Parra, hoy dueño de la librería Metales Pesados.
-Parrita se ponía violento con trago. Era bueno pa’l pisco. Una noche venía totalmente curado y no lo dejé pasar. Entonces agarró velocidad y se tiró un pencazo contra la puerta y pasó con vidrio y todo pa’ dentro. Y no se cortó, ¿me va a creer?
"Me castigó como tres semanas sin poder entrar", recuerda Parra. Por esos años, Parra tenía una librería en el Barrio Bellavista. Lugar de encuentro de poetas y narradores jóvenes de mediados de los ‘80.
-En la tarde, cerrábamos las cortinas y nos íbamos al Jaque Matte a rematar. Era un lugar amable donde tu siempre te ibas a encontrar con un amigo. Al café del Biógrafo iban los retornados. En el Jaque estaba la juventud más underground. Nada de charango ni llanto. Nos juntábamos a tomar sí, pero también a conversar. Ante la carencia de información en que nos tenía el dictador nosotros estábamos ansiosos por conocer. No éramos cultos, pero queríamos saber. Hablar de literatura, comic, cine, música. De todo.
Varia veces Parra compartió piscolas con Jorge Tellier. Y con un grupo de mujeres escritoras entre las que estaban Nelly Richards, Pía Barros, Diamela Eltit, Eugenia Britto, Carmen Berenguer. Cuando estaba "castigado", juntaba a otros amigos, compraban pollo asado, unas cajas de vino tinto y arrendaban las piezas del Motel La Palomera que quedaba a la vuelta del Jaque Matte para seguir carreteando.
Parra también vio llegar al artista visual Vicente Ruiz con sus chicas disfrazadas de vedettes, "Las Cleopatra". Una de ellas era la actriz Patricia Rivadeneira, actual agregada cultural en Roma.
Don Sergio la recuerda bien.
-Para mí ella era un amor, pero con traguito la Patty se ponía jodía. Ohhh. Era guena pa’ la droga entonces, llegaba envalentoná, pero yo no la dejaba pasar. Me echaba la añiñá. "Cuando lleguís guena y sana, te voy a dejar entrar. No ves que molestas a los demás", le decía yo.
Impecablemente peinado, con su chaqueta blanca, su corbatín negro y su guasca colgando sobre el brazo, don Sergio buscaba a toda costa evitar los escándalos. Pero el copete corría incesante (semanalmente llegaba a vender 20 barriles de cerveza) acalorando los ánimos y él tenía que calmarlos. Como cuando un oficial de aviación llegó a apuntar en la cabeza a Jorge González de Los Prisioneros, según dice don Sergio, "por un lío de faldas"
-Pobre Jorgito, casi me lo matan. Lo tuve que esconder.
O la ocasión en que llegó el hijo del que sería futuro ministro de justicia, Francisco Cumplido jadeante, arrancando después de pegarle un cadenazo a una "lola" punk en pleno Bellavista.
-Se echó al pollo y lo salieron persiguiendo una patota de punk con unos palos grandotes. Pobre cabro, venía pálido, nosotros lo fondeamos adentro del baño. La patota entró y nos rompieron los focos. Fue terrible.
Intensa y todo, la noche se le hacía un suspiro a don Sergio.
-Mi turno terminaba a las diez de la mañana. Era duro, pero yo lo disfrutaba. Me gustaba ver a la lolería divirtiéndose. Todavía me acuerdo de las Yeguas. El Pedro (Lemebel) era jodí’o. Siempre andaba trayendo un rouge y me empezaba a pintar los vasos shoperos, las tazas de café. Por cualquier parte echaba rouge, en los vidrios, en todos lados, Y ahí tenía que andar yo limpiando...
Dos Yeguas en Jaque
Las Yeguas del Apocalipsis fue el primer colectivo homosexual nacido en dictadura. Lo integraban Pedro Lemebel y Francisco Casas. La escritora Carmen Berenguer recuerda que su casa fue la cuna. Las lecturas de Foucault el sustento teórico. La marihuana la chispa.
-Éramos ácidos, nos oponíamos a las estrategias estéticas y queríamos batallar contra los referentes culturales cerrados de la época. No creíamos en la obra de arte. Entonces una tarde, al fragor de unos pitos, yo les dije: "oye, podrían armarse un cuento que hable de la diferencia y disfrazarse y salir a la calle".
Así, el par de "locas peregrinas y transgresoras" hicieron de sus performances un modo de llamar la atención. También de protestar. Quizás la más comentada fue aquella vez en que entraron a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile montadas desnudas sobre una yegua que consiguieron en una feria.
Después de sus acciones de arte, el grupo terminaba de analizarlas en el Jaque Matte.
Lemebel no quiso hablar de este tema. Casas sí. Recuerda:
-Toda la gente extravagante y rara llegaba al Jaque Matte atraída por este ambiente de debate cultural que allí se daba. Las noches nunca se acababan. Yo bailaba arriba de las mesas, hacía escándalo y don Sergio me perdonaba todo.
En esos años Francisco vivía en la calle: dormía en los parques o en casas de amigos. En su libro de memorias "Yo, Yegua", Casas dedica un capítulo completo al mítico bar. Escribe:
-A las tres de la mañana, el Jaque Matte está en su apogeo. En medio del aire enrarecido por el humo y los tufos de piscola se encuentran los artistas, todos enmarañados en disputas acaloradas. Lanzan descalificaciones severas a las acciones de arte que ellos mismos realizan durante el día. Como orates, gritan insultos desesperados, enardeciendo aún más la atmósfera llena de posmodernismo. Todos comparecen bajo la luminiscencia flourescente del neón desbordado sobre las pieles que han permanecido por décadas en la cripta. La barra y las mesas están repletas. Bandas de rock y oscuras estrellas trans entorpecen la entrada del baño. Dentro del pequeño cuarto, la mierda se rebalsa de la taza. Es el lugar favoritos de los cocainómanos, que empolvan sus narices hasta sangrarlas.
En la escena cultural y en el Jaque Matte las Yeguas tuvieron contrincantes estéticos. Se trataba de otro colectivo de arte, conformado por "machos" y liderados por el artista plástico Gonzalo Ravanal que se autodenominó "Los Angeles Negros".
-Era como los Capuletto y los Montesco dentro del Jaque Matte. Y yo al medio, recuerda Berenguer. Agrega: "Una vez Ravanal me mandó un recorte de diario donde aparecía un poema mío. Se lo había pasado literalmente por el poto porque venía con un trazado de mierda fresca. Me piqué tanto que días después con las Yeguas recogimos una corona de flores que encontramos en la estatua de Manuel Rodríguez y se la fuimos a dejar a la puerta de la casa donde vivían Los Angeles Negros".
La violencia del Jaque Matte era casi naif, un enfrentamiento de posiciones.
Casas lo corrobora.
-Podían volar sillas, pero nada de eso importaba. Sólo que era una especie de risoma de gente aglutinando ideas. La espectacularidad de este lugar no eran los cuerpos, eran las cabezas, afirma el escritor.
Berenguer recuerda que en el Jaque Matte las noches eran interminables para ella y las yeguas. Vivían embriagadas, voladas o adormecidas por el éter que un estudiante gay de sociología les proveía armado de una botellita con el líquido volátil. Lo llamaban Miss Poper, cuenta en el libro "La época del vino tinto en caja" que se publicará próximamente.
Fue en este mismo lugar donde empezaron las primeras disputas del dúo. Casas escribe:
-Borrachas solían reconciliarse jugando al cacho, pero una vez que el alcohol se disipaba o una de las dos ganaba la partida volvían a odiarse ciegamente, sacándose en cara las equivocaciones cometidas durante el desarrollo de las acciones de arte.
También fue en el Jaque Matte donde Francisco coqueteó por primera vez con Yura Labarca, su actual pareja e hijo del militante comunista Eduardo Labarca. Allí intercambiaron teléfonos. Y fraguaron su cita en el parque al que llegaron al día siguiente en un viejo Mercedes Benz del 64 y terminaron haciendo un 69. En el mismo lugar donde, según relata en su libro, Pedro los sorprendió "pegados".
Para 1991 el colectivo estaba fisurado. Casas asegura que el clímax de su encono fue cuando él publicó su libro de poemas "Sodoma mía".
-No lo pudo soportar, se murió de la envidia, dice.
Las peleas se hicieron insoportables. Don Sergio observaba todo. En "Yo, yegua" Casas lo reafirma:
-Siempre con los ojitos atentos, don Sergio ronda el movimiento del bar con los codos apoyados en el mesón. Sabiéndose el confesor de secretos inexpugnables, viste como si atendiera en el Ritz.
The End
A fines de los ‘80, al Jaque Matte llegó un público más top. Público que la clientela más antigua llamó "los cuicos del Saint George".
-Eran los niños bonitos del barrio alto que a última hora agarraron huevás y y se las pusieron encima pensando que hacían arte, dice Berenguer.
Aunque Casas asegura que el Jaque Matte no era de nadie en particular, sino de todos, confiesa que cuando comenzaron a llegar estos advenedizos ellos le preguntaban: "¿y tú quien eres, de adonde saliste?
Como cuando apareció Yura en el lugar con apenas 15 años.
-Nadie me pescaba, todos me miraban raro, recuerda sentado al lado de Francisco con quien vive actualmente en Las Cruces.
La artista Josefa Ruiz Tagle aclara:
-Es que lo interesante era la mezcla. Imagínate que una vez me encontré con el jardinero de mi mamá ahí dentro.
El 5 de octubre de 1988 el Jaque Matte se llenó como siempre. Esta vez tenían un motivo en común: antiguos y nuevos comensales celebraron el triunfo del No con champaña hasta clarear el día. Don Sergio bajó las cortinas y se sumó al agape. Pero el festejo duró poco.
-El dueño que vivía fuera de Chile, le avisó a mi patrona que el local se iba a vender y que tenía que irse. Ella metió pleito por años pero no fue capaz. En 1993 tuvimos que dejar el Jaque Matte. Trató de poner un negocio en Vicuña Mackena con Curicó pero los vecinos se opusieron. Yo la acompañe hasta última hora cuando ya estaba quebrada. Ella se fue del país y yo me quedé sin pega, recuerda el garzón.
Luego de eso, el Jaque Matte estuvo cerca de un año cerrado al público. Su nuevo dueño lo remodeló convirtiéndolo en lo que es hoy. Más oscuro, con mesas pequeñas tipo burguer inn. Otra clientela.
-Un síntoma que coincide con el cambio político, asegura Berenguer.
Casas recuerda que cuando vio la cirugía del Jaque Matte se quiso morir.
-Se me caían las lágrimas mirando como destruían el mundo que por años había sido de uno. Cuando se fue el viejo Sergio nunca nadie más volvió a entrar.
Mientras tanto don Sergio instaló en su casa un negocio de abarrotes. Pero echaba de menos su rubro.
-Yo llegué de Los Andes a Santiago a los 15 años. Ese mismo día entré a trabajar como coperito a un bar en el barrio chino en la calle Bandera. De a poquito empecé a escalar posiciones hasta llegar a ser garzón en el Bar Nacional de donde me echaron después del Golpe por armar un sindicato. En 1976 llegué a Plaza Italia y la mayoría de los años me los pasé en el Jaque Matte. Toda una vida siendo garzón. Lo único que quería era seguir siéndolo, dice.
Recuerda que nunca faltó a la pega. Salvo cuando una diabetes lo tuvo internado 25 días en la Posta Central en 1991.
-Cuando quisieron encachar el Jaque Matte yo no quise volver. Ya no fue lo mismo. Se veía como venía la cosa porque la gente del sauna de arriba llegó a meterse. Se maleó. La mafia entró y todavía está. Me ofrecieron pega en otro lado y yo me fui. Pero echaba de menos el Jaque Matte. Me costó. Me acordaba de mi clientela y me daba pena. Pero yo tenía vitalidad y seguí adelante.
Hoy tiene 66 años y asegura que todavía lo pasan a saludar los "lolos" de entonces.
Un cuadro del pintor Hugo Cárdenas lo eterniza. A él y a su querido Jaque Matte.

RECUADRO
EL MARQUÉS DE ZÁRATE
Uno de los personajes más emblemáticos y asiduo cliente del Jaque Matte fue Diego Ortiz de Zárate. Un veterano violinista que pasaba sus horas sentado en una mesa del local, fumando cigarrillos Hilton que se consumían en sus dedos hasta apagarse.
-Era experto en Nietzche. Recitaba a Rimbaud, a Baudelaire, a Antonin Artaud. Un tipo maravilloso, recuerda Francisco Casas con quien sostuvo un fugaz romance. En sus memorias, Casas cuenta que su familia heredó el título nobiliario de Heliodoro Ortiz de Zárate, antepasado proveniente de la Lombardía italiana. Obligado a estudiar violín por su padre como "forma de represión sistemática a los impulsos homosexuales", solía tener ataques de rabia. En uno de los cuales habría golpeado a su padre hasta dejarlo inconsciente. "La pequeña loca fue internada de inmediato en el manicomio de Notre Dame de la Fleure, a las afueras de París, donde permaneció cerca de un año", relata Casas.
Como no presentó síntomas de recuperación fue enviado a Cuba a un campo de readaptación social. Casas cuenta que durante una marcha del Primero de Mayo, Diego conoció a Orfeo, "un amariconado cisne negro".
-Se enamoraron de inmediato… Unas horas más tarde, después de la quinta vuelta bajo la tribuna donde el patriarca se dirigía a la isla y aprovechando la resolana reinante bajo el entarimado, el mulato bailarín sodomizó a Diego con el palo de un azadón que ocupaba para desenterrar las papas durante las largas jornadas de trabajo voluntario. Mientras lo penetraba al ritmo de la Internacional Orfeo convenció a Diego para que dejara de una vez por todas de tocar el violín y se dedicara a la danza moderna.
Tiempo después, asegura Casas, fueron descubiertos por el régimen castrista en el parque Lenin, "totalmente desnudos, singando bajo un guacamayo".
Orfeo fue internado en la cárcel. Diego, expulsado de la isla. Sordo de un oído producto de las golpizas que le dieron los hombre de Fidel, nunca más volvió a tocar el violín.
Don Sergio lo recuerda como un hombre sabio, generoso y rodeado siempre por jóvenes que llegaban hasta el Jaque Matte para escuchar sus historias.
-Después que la triunfal democracia cerrara el Jaque Matte, Diego salió cada vez menos de su casa, cuenta Casas. Agrega: "El informe de bomberos relata que pateó por accidente la estufa de kerosén provocando el siniestro que consumió su vida."

FISKALES AD-HOK

"Los Fiskales Ad HoK" nacieron como banda cuando el punk no era moda en Chile y el charango monopolizaba la canción de protesta contra Pinochet. Hoy repasan 15 años de historia musical en un disco de antología que saldrá a la venta en julio. Aquí, algunos pasajes de ese itinerario.

Por Alejandra Delgado

La casa de Roli (38), el bajista de Fiskales Ad Hok, es un ir y salir de gente. En el lugar también funciona la Corporación Fonográfica Autónoma. Sello independiente que la banda decidió formar en 1996 como un acto de "coherencia con nuestras creencias musicales". Es hora de almuerzo. El dueño de casa cocinó tallarines con salsa de tomates. Nada de carne. Sólo champiñones, pimiento morrón y zapallos italianos. Álvaro España, el vocalista, engulle orgulloso de su veta vegetariana.
-No me como ningún animal al que me gusta abrazar, dice.
Los muros de la casa están empapelados con afiches de bandas chilenas que no se promocionan en la Feria del Disco. De música de fondo se escucha "Antología". Hace un par de días terminaron de grabarlo. Suena potente y pulido.
¿Porqué optaron por el punk?
Roli: El punk es super realista. No tiene nada mágico. Es música con contenido social. La elegí porque aunque no me dio el cuero de tomar una metralleta, quería que supieran que no estaba de acuerdo con esta mierda. Y mi pensamiento no ha cambiado porque la realidad social tampoco lo ha hecho. La globalización ha aumentado todo tipo de problemas y no dejo de pensar en lo injusto y terrible que significa la contaminación en el mundo y que el gran responsable es Estados Unidos, el país policía y el que emite mayor cantidad de gases tóxicos.
Álvaro: Queríamos tener una banda para putear nuestra rabia y nos vimos reflejados en el punk cachando que era una música súper agresiva y además social. En esa época escuchábamos bandas como "Alien Sex Fiend", "Exploted", "The Clash", Ramones. Punk, energía. Además la única música de protesta que existía en Chile en esos momentos era hippie. Y nosotros ¡odiábamos a los hippies!. Nos cargaba su lloriqueo folklórico. Nos tenía las pelotas hasta el cogote. No queríamos más charanguito, queríamos rock con power.
Álvaro rememora una tocata en la que tuvieron un encuentro cercano con el mundo hippie. Fue en el 87, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Los animadores de la velada eran Malucha Pinto y Renato Poblete. Los Fiskales no habían tocado antes en un escenario grande. Sonaban mal. Improvisaban.
-Es que aprendimos a tocar tocando, se defiende Álvaro.
En esa ocasión los esperaba un público poco adicto al punk. Imperaba entre ellos los chalecos de lana, los morrales, el vino tinto. Al menos Álvaro recuerda no haber divisado ningún "mohicano", nadie vestido de cuero negro.
- Cuando subimos caché que estaba lleno de huevones sentados en el suelo guitarreando. ¡Nadie nos pescaba! Entonces agarré el micrófono y les grité: "¡Ya hippies culiados, párense y muevan la raja los chuchas de su madre!". No alcanzamos a tocar un tema cuando empezaron a llovernos piedras. Los animadores estaban agachados, escondidos al lado de un amplificador y nosotros devolviendo los peñascos. ¡Fue la raja!
Álvaro piensa que lo que hacen es política, "pero política de esquina". Señala que cuando nacieron como banda a mediado de los 80 el enemigo tenía cara visible. "Hoy no tiene rostro, se llama libremercado, globalización, pero es la misma fukking mierda que Pinochet", alega. Álvaro crea las letras. Para "Antología" escribió tres canciones inéditas. "La noche de las dueñas de casa vivientes" es una de ellas y habla del "terror de hogar, de la violencia intrafamiliar. De un mina a la que el marido le saca la chucha todos los días. Pero tiene un final feliz: la mina termina cortándole el pico", explica su autor. Otra se llama "La maldá".
-¿Hay cachado cuando los pacos agarran a un huevón robándose celulares?. Típico que el loco dice: "¡pero si yo robo por necesidad!". Por eso la letra de esa canción dice "No es la maldá... es la necesidá". Es un hueveo.
-¿Lo suyo es más letra que música?
Roli: El mensaje es vital. Claro, con el tiempo hemos evolucionado musicalmente, aunque no nos da ninguna vergüenza volver atrás y hacer un tema con tres notas.Uno va adquiriendo preferencias de sonidos, un gusto por ciertas melodías, pero la esencia es la letra. Y no siempre son políticas. Muchas veces son cosas que nos decimos a nosotros mismos.
Álvaro: Es que también es político hablar de huevás cotidianas, de sucesos que pasan en la intimidad de las casas como la canción que te contaba.
-¿Qué canción es la que más engloba su sentir?
Roli: La más personal y que tiene que ver más con mi relación con el mundo se llama "Fuga". La más social es "El Cóndor", todo un himno.
"Esto no es una canción
es un insulto radical
como quisiéramos mear
en un casco militar
también podríamos quemar
una bandera de Renovación Nacional..."
SALVANDO LA VIDA
A falta de pan, Alvaro le pasa la lengua al plato. Con la boca embetunada de salsa de tomates relata los orígenes de la banda:
-A mediados de los ochenta habían bandas como "Pinochet Boys" y "Dadá" que viajaban a Europa y traían videos con huevás que aquí jamás hubiésemos visto. Éramos pendejos y queríamos tener una banda para reclamar contra la represión. "TV Star", el vocalista de "Dadá" nos dijo una vez si llegaba a formar otra banda le pondría "Fiscales Ad Hoc" por el Fiscal Torres, un hijo de puta, el huevón que enjuició a los detractores de Pinochet sin ninguna conciencia. Al poco tiempo, íbamos saliendo de una fiesta muy curados y el TV se fue en la volá y se tiró a la carretera. Nos llamamos Fiskales en honor a él.
Las protestas estaban en su apogeo. La CNI operaba con la misma fuerza que en los inicios del Régimen. Aún desaparecían personas.
-Ya le habíamos perdido el miedo a la dictadura lo que influyó en que nos atreviéramos a hacer nuestra primera tocata. Al principio nos llegaban amenazas de grupos de derecha, puras huevadas. Igual la hicimos. Fue en el 87, en el Trolei, en la Primera Bienal Underground, recuerda Álvaro.
Al poco tiempo, en un equipo tres en uno, con tambores de basura como batería, Roli al bajo, Álvaro en la voz y Pogo, ex Peores de Chile en guitarra, los Fiskales registraron en un casette un tema llamado "Odio a los burgueses". Al otro día lo enviaron a "Melodías subterráneas", un programa que por ese entonces transmitía radio Rock and Pop.
-Rolando Ramos alucinó con la canción. Cuando la pasó no la queríamos creer, era la primera vez que nos escuchábamos en la radio. Ahí dijimos: "Puta, ¡puede resultar!", cuenta Alvaro.
¿Cómo te surgían las letras?
Álvaro: Lo que yo hago son fotos de la realidad, del mundo en el que uno vive. Son canciones con rabia. En esos años yo era un pendejo frustrado. Mis papás se separaron cuando yo tenía 9 años. Nunca nadie se preocupó mucho de mí. A los 17 me fui de la casa. Odiaba el colegio. Llegué a cuarto medio apenas. Lo único que pensaba era en suicidarme, pero no tenía las agallas para hacerlo. Además vivíamos en un país horrible, sentíamos odio en el ambiente. Era una época enrarecida, deprimente, no tenías futuro, no sabíamos si íbamos a estar para siempre con los milicos culiados. Cero proyecciones. Me sentía muy frustrado. Yo siempre he dicho que los Fiskales me salvaron la vida, porque sino no sé en que huevá estaría.
Lo mismo siente Roli. Aburrido de la rutina que significaba ir todos los días de la casa al colegio y del colegio a la casa abandonó sus estudios cuando cursaba segundo medio. Y se dedicó de lleno a tocar bajo.
-Me inventé una vida y le puse pino a la idea de tener una banda. Abandoné todas las drogas que tomaba en esa época y me quedé con LSD. Me compré un bajo muy barato y al otro día ya estábamos con haciendo Fiskales.
Agrega: "No sabíamos tocar, pero teníamos oreja. De hecho, en las primeras tocatas un huevón se ponía abajo del escenario y me decía como tenía que poner los dedos, nota por nota".
Cuando grabaron su disco homónimo, el primero, Chile entraba en la transición a la democracia. Llevaban años tocando, pero nunca pensaron en grabar una placa. "Nuestra movida era tocar en vivo. Cachábamos que lo que hacíamos era tan podrido que no se nos ocurría que a alguien le podría interesar tener un disco de nosotros", dice Álvaro.
Recuerda que aunque ya no estaba Pinochet en el poder la rabia persistía:
- Cuando empezamos a tocar lo hicimos contra todos los políticos, así es que jamás esperamos que vinieran a salvar al país. Creíamos que la gente tenía que echar al culiado. Por eso nos inscribimos en los registros electorales. Haber votado NO fue una fiesta máxima. Pero nuestra transición fue charcha. Y ahí quedamos enganchados para siempre con la mierda de tener que ir a anular el voto dibujándole un pico.
-¿Les molesta que los tilden de anarquistas?
Roli: A mí no me molesta porque no soy anarquista. Si la huevá es tan simple como eso de "No le hagas a los otros lo que no te gusta que te hagan".Con la vida me he dado cuenta que mi pensamiento tienen mucho que ver con el anarquismo político, pero yo no me considero anarquista. No participaría jamás de una agrupación anarquista ni de ningún otro tipo. Eso es poder y yo no quiero poder. Por eso es que jamás le podríamos pedir financiamiento al Fondart. Son platas del gobierno y nosotros hablamos en contra de ellos. Tenemos ética. No somos zánganos.
Álvaro: No me interesa participar de ningún tipo de organización. La organización que me hace más feliz son mis amistades. Por eso las cuido y las cultivo. Vivimos en un mundo de mierda, por eso es que la única revolución efectiva para estos tiempos es la interior. Nosotros tenemos que empezar a cambiar. Basta de llorarle al sistema. Por lo menos espero irme a la tumba sabiendo que no soy un hijo de puta.

PATIO CON REJAS EN EL CIELO
Mientras conversamos una treintena de presos políticos permanece recluida en la Cárcel de Alta Seguridad esperando que una ley de Indulto los libere. Álvaro cuenta que siempre le han ofrecido su música "por si sirve de algo". En uno de sus últimos discos incluyeron "Patio con rejas en el cielo", un tema dedicado a ellos.
"Muerdo en tu cochina conciencia
con nuestra boca de perro
te queremos condenar
La historia
Te va a pasar la boleta
Te va a borrar la sonrisa
Vas a tener que pagar
Tengo una espina atravesada
Es una herida que sangra y que no para de hablar
Sueño que los que aún están presos
y los que lloran sus muertos
respiren en libertad"
-Como banda nacimos por el odio a una dictadura y a un sistema que nos estaba re cagando. No nos daban las bolas de agarrar una metralleta y salir a matar huevones en nombre de la libertad. Entonces ¿cómo no sentirnos identificados con ellos?, dice Álvaro. Agrega: "Para mí un huevón que por una ideología libertaria hizo atentados y está preso y mal juzgado es un héroe. Por eso creemos en su lucha.
Cuando Los Ramones tocaron en Chile, los Fiskales fueron los encargados de telonearlos. Salieron a escena y el público enloqueció. Miles de fanáticos coreaban sus canciones. Álvaro califica ese recital como "memorable", el momento en que se dieron cuenta que "la gente nos quería y nos seguía, pero nunca tan heavy como cuando tocamos en la Cárcel de Alta Seguridad."
-Entramos con nuestros equipos, con una mínima amplificación a cantarles a los presos políticos. Fue para un 1 de enero así que imagínate la rica caña que teníamos. Estábamos destruidos, pero igual la hicimos, recuerda Alvaro. Agrega: "Ese día le dieron permiso a los presos de todos los módulos. También estaban sus familiares y amigos. Cuando empezamos a tocar quedó la zorra. Los presos agarraron sillas y mesas y las hicieron mierda. Me acuerdo que había una cámara y le tiraban pollos. Ningún gendarme se metió. Era su día. Su día de libertad. Eso nos decían. Fue algo demasiado emocionante. Cuando nos fuimos nos fueron a dejar hasta la última reja a la que podían acceder. Y nos gritaban: ¡Gracias!. Salimos llorando"
Hace rato que el almuerzo terminó. Las últimas remembranzas han sido parte de la sobremesa. Hay que partir a la sesión de fotos. Optamos por hacer tomas en edificios institucionales. Entonces hacen su aparición Memo (25), el baterista y Meche (24) guitarrista.
El centro de Santiago es ruido, gente y smog. Los muchachos caminan con la quietud de un paseante en tour por el Palacio de Tribunales, el Ex Congreso Nacional, La Moneda y Cárcel Capuchinos.
A propósito de la última parada Roli comenta:
- Cuando elegí ser músico, elegí ser libre.
¿Y te sientes libre?
Hasta ahora he podido vivir mi vida bajo mis reglas, sin necesidad de ir a chupar picos por ahí. A veces me encuentro con huevones que iban a nuestros conciertos, que dejaban la cagada y ahora son peor de los que ellos criticaban. Viven amargados trabajando en una huevá que no les gusta. Y más encima tienen el descaro de decirte: "Y vos, ¿todavía estai en la misma?.
¿Qué les contestas?
¡Por suerte!, huevón.

27.3.07

LLENA ERES DE HUMOS, POR Jesús Ernesto Parra


Suena la música desde hace rato.

Hace rato también llegó la policía y no estuvieron más que diez minutos. Hace rato llegó el sonido y salieron salmos de calipso relentado por los altavoces. Nadie sabe el nombre exacto del evento, ni quien lo organiza. Pero es más que cierto que todos saben el mensaje de las canciones que ahora hacen vibrar las ramas de ese ecosistema de domingo y humo que es, a esta hora, el Parque Los Caobos.

Todos bailan.

Hay un aproximado de ochocientas personas. Y de alguna forma están representadas todas las tribus que están en el asunto de la fumadera. O al menos las que el imaginario establecido señala. Podríamos iniciar el catálogo etnográfico clasificando por calzado y hábitat.

A) Playero: O mejor conocido como tipo Surf. Todos llevan bronceado. Usan shorts de algodón, y franelillas. Generalmente llevan chanclas de goma o cuero.

B) Natural: O mejor conocido como tipo Roots. Son de los que viajan a las montañas y páramos. Asociados a los deportes extremos y a carreras universitarias como Ingeniería Forestal. Usan botas de montaña.

C) Urbanos: O mejor conocido como tipo Street. Llevan patinetas en la mano. Generalmente su look se acompaña de un tono de tizne o smok. Pantalones industriales. Usan zapatos de goma de tamaños astronómicos.

D) Otros: Grupo compuesto por Punks, Heavy Metals, Ex Ravers, y todo lo demás también.

5:30 p.m.

Ahora la muchacha de la estrella en la nuca está con sus amigas. El grupo de tambores tomó nuevamente la escena. La chica estrella y sus amigas bailan en círculo mientras beben agua de un envase transparente. También comen platanitos. Ellas le dedican a algún dios arbóreo una sonrisa con ojos rojos. Un chico a su lado tiene una camisa con la M de McDonalds pero con la palabra Marihuana como franquicia impostora. El humo es el paisaje entre los cuerpos que danzan.

Mientras la fiesta rueda, las estatuas de la Fuente Venezuela del Parque Los Caobos, miran el espectáculo como dioses ausentes. El Ávila, El Caribe, Los Llanos, Los Andes, El Orinoco -así se llaman las estatuas- no emiten respuesta a los tambores que suenan entre los ramas al atardecer.

Cierto, mientras el sonido sube entre los árboles, no hay respuesta.

La fuente es una fuente seca.

20.3.07

Santiago

Seis personas comparten un metro cuadrado en el Tren Metropolitano de Santiago.
Dos de cada cinco santiaguinos /(chilenos) tiene un problema severo de salud mental según OMS.
Cien buses no salen a las calles de Santiago cada mañana.
Quinientos buses faltan por entrar en operación.
Dos millones y medio de personas está optando por el Metro en desmedro del nuevo sistema de transporte.
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