6.3.06
cesantía sin valentía
Así andaba caminando por esas calles de Buenos Aires y pensaba que la raza era la mala. Mi raza chilensis. Una mezcla extraña entre cinismo y falta de cortesía. Odié tener que regresar a mirar las caras largas, amargadas o borrachas. Busqué la cordillera y como no la encontré, sentí alivio. Nada de encierro. Teñí mi cabello con blondor para ver qué caras ponen las viejas agrias cuando vaya a comprar a la feria. Aunque es cierto que también lo hice por vanidad y desesperación. Todos saben que me pinto el pelo cada vez que entro en crisis. Y mi actual crisis tienen como centro la falta de trabajo. La cesantía es como una gran pata aplastándote el coco. Pero también el corazón. Estrujado.
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