17.12.07

mi pueblo

Mi pueblo o composición de una largas vacaciones en la costa

Este es un pueblo con el cielo como tierra y la costa como edén.

Aquí los habitantes se dividen entre los que viven la vida hablando del resto, los que disfrutan sin molestar a nadie y los que defienden el lugar objetando todo cambio. Me falta mencionar a los que te disparan cuando no estás de acuerdo con ellos.

Con todo, cada mañana la brisa inunda las cabelleras y el murmullo citadino se mezcla con el rugir del viento. Poderoso como una fragata de guerra. El día termina con cada noche. Las copas rotas trastabillan sobre las soleras y los perros acompañan los despertares.

Radiación Solar se trasmite al desayuno para alegrar las cabezas divididas de los lugareños. También los informa y los sostiene a punta de música contemporánea. La radio que emite este programa tiene nombre de bebida gaseosa.

Esta mañana, sin embargo, no pudimos oír una de sus voces, la del tono grave, la cual emigró del pueblo pues le adeudaban el salario de tres meses lo cual consideró impresentable. Se le extraña.

Entre sus calles se puede ver también preciosas mujeres que con sus piernas contorneadas emulan sirenas dispuestas a sostener toda existencia.

Conozco a una que bebe por las noches sumándose a la alcohólica jauría masculina que inunda los bares tan conocidos de este emporio. La he visto regresar ebria a su casa colgante. Llorando en el zaguán por un amor que ha perdido. Arrojando sus tacones desde el balcón como ofrenda a la aurora sureña.

Dicen que perdió los estribos siendo niña. Cuentan que su constante itinerancia la llevó por caminos insospechados. Que odia a los animales. Que pinta cuadros taciturnos en sus lapsos de sobriedad.

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