28.4.08

oídos sordos


escuché que decía que después de los treinta las minas se ponían celópatas, neuróticas, imposibles. escuché que decía que la gente se pasa la vida entera buscando el amor y agregó que nunca se sabe cuando lo tienes en frente, escuché que decía que me quedara quieta porque nada malo iba a pasar. escuché que decía que un círculo de fuego podía proteger a esos enamorados que traían daños colaterales a causa de la búsqueda del amor, escuché que decía que era mejor quedarse en el lado calentito del corazón, escuché que decía que la sábana arrugada hacía que la nariz le picara, escuché que decía que era mejor meterse en la concha, escuché que decía que no lo hiciera callar, escuché que roncaba, escuché las teclas de un ordenador, escuché campanas que sonaban majaderas, escuché que decía que la mariguana curaba todo mal, escuché y escuché. presté mucha atención. hoy tengo los oídos sordos.

1 comentario:

Biolab dijo...

el verbo escuchar empieza por el acto de callar.

el silencio a veces ayuda a despejar las nubes, asi como el agua hace de la montaña de roca una playa suave y amorosa

demasiado tarde, claro

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