27.11.08

lemebel ataca de nuevo

Demasiado barato quiere comprar este paisito, don Piñi; usted que va por la vida tasando y preguntando cuánto vale todo. Y de un guaracazo se compra medio Chiloé, con botes y palafitos incluidos. Con cerros, bosques y ríos, hasta que se pierde la mirada en la distancia, le pertenece a usted.



¿Cómo puede haber gente dueña de tanto horizonte? ¿Cómo puede haber gente tan enguatada de paisaje? Me parece obscena esa glotonería de tanto tener.



Me causa asombro que, más encima, quiera dirigirnos la vida desde La Moneda.



Muy barata quiere rematar esta patria, don Piñi, y sólo con un discurso liviano de boy scout buena onda. Pura buena onda ofrece usted, don Piñi boy, como si estuviera conquistando al populacho con maní y papas fritas. Nada más, el resto pura plata; empachado de money, quiere pasar a la posteridad sólo por eso. Porque cuando citamal a Neruda se nota que a usted le dio sólo para los números y no para la letra.



Es decir, usted es puro número y cálculo, señor Piñi, poca reflexión, poco verbo, poca idea, aunque esa es la única palabra que usa entre sus contadas palabras efectistas. Buena onda y futurismo.



Las heridas se parchan con dólares. La memoria queda atrás como una tétrica película que olvidar. Sin vacilar marchar, que el futuro es nuestro (parece himno de la juventud nazi). Así arenga usted a este pueblo embelesado con los adelantos urbanos hechos por la

Concertación. Nadie sabe para quién trabaja, y usted la encontró lista.



O sea, usted se pasa de listo, don Piñi. Quiere hacernos creer que siempre fue demócrata, pero lo recordamos clarito sobándole el lomo a la dictadura, haciéndole campaña a Büchi, amigote de la misma patota facha que le anima la campaña. Los peores, la gorilada del terror. Parece que este suelo nunca aprendió la lección, ni siquiera a golpes, y con facilidad se traga el sermón de la derecha pinochetista, ahora remasterizada con piel de oveja neoliberal. Pero son los mismos de entonces, soberbiamente gozando los privilegios de la democracia que conseguimos nosotros, y sólo nosotros, porque también yo dudo que en el plebiscito votara que no simpatizando por la derecha.



Mire usted qué fácil le resultaba tratar de transformar el Mapocho en un Sena con sauces. Puro arribismo, intentar esticar con terracitas y botecitos parisinos a nuestro roto Mapocho, quizás lo único rebelde que le va quedando a esta ciudad.



Qué delirio, míster Piñi, ¿por qué no se va a Europa si cacha que nunca va a poder blanquear la porfiada cochambre india de nuestra raza?



Quizás todo el país se acuerda de usted formando parte de la nata panzona del derechismo empresarial. Por entonces, en aquella época de terror, quien hacía fortuna de alguna manera era a costa de las garantías de la represión. Usted llenaba sus arcas, don Piñi, y nosotros sudábamos la gota gorda, o la gota de sangre. Fíjese que no se nos ha olvidado, y nunca se nos olvidará, aunque a usted le reviente que el pasado aflore cuando menos se lo espera. A usted ni a sus yuntas de pacto les conviene el pasado, por eso miran turnios y amnésicos al futuro.



Su discurso Disneyworld, míster Piñi, no resiste análisis, y sólo el arribismo miamista de algunos chilenos le compra su receta de vida fácil, su filosofía banal de texano paticorto. Usted me recuerda a Bush, a Menem, Piñito. Es la nueva derecha titiritesca y farandulona.

Puro show, pura foto tecnicolor de mundo feliz con sus sombreros republicanos en el Crown Plaza.



Pero le falta la cultura a su centroderecha inmediatista. No hay peso intelectual en su carnavaleo de propaganda. Nada más que modelos tetudas y parientes de hippysmo revenido. Demasiado barato quiere rematar este país, Piñito. Ni siquiera basta con su cátedra fantasma en las aulas de Harvard.



Tampoco, usar de propaganda la limosna que puso por mi amiga Gladys en sus últimos momentos; eso es muy feo, y de mal gusto. Sobre todo para usted que es tan humanista cristiano. Porque usted es pillo, Piñín. Quiere sacar adherentes de todos lados, como si este país fuera sombrero de mago. Lástima que la oferta de su vanidosa feria de variedades huele a ventaja populista.



Nada más, don Piñi; el resto, esperar con cueva lo que ocurra en el 2009.

PEDRO LEMEBEL

25.11.08

pablo dominguez un día de julio hace dos años

PABLO DOMINGUEZ EXPONE 20 AÑOS DE PINTURA EN EL BELLAS ARTES


“Soy un príncipe sin herencia”

Gracias a una amigdalitis se convirtió en pintor. Luego descubrió que su oficio le abría las puertas con las chicas y le dio al pincel y el lienzo. Fue barrendero, comerciante de pan de pascua, discípulo de Bororo y en los ’80 llenó la ciudad con graffittis que firmaba como Pablo “Pencasso”. Define su estilo como impresionante “por la cara que ponen las viejas” cuando ven sus cuadros.

La Nación

Alejandra Delgado

Discípulo de Luis Lobo Parga y Carlos Maturana (Bororo), en los ochenta varios muros santiaguinos tenían estampados sus graffittis. Entonces firmaba como “Pablo Pencasso” y estaba tan al margen de la escena que sus pares le otorgaron en 1988 el premio al Mejor Plástico Underground. Hoy tiene 44 años y el gozo de poder exhibir 20 años de pintura en el Museo Nacional de Bellas Artes. “Dormido en los laureles” se llama la muestra que será inaugurada el 20 de julio a las 19: 30 horas. Esto no es un adelanto. Es una conversación con “el cuerdo de una loca geografía”, como lo llamó el crítico argentino Edward Shaw.

-Se te ve contento, no cualquiera expone en el Museo de Bellas Artes

-Sí, y una cosa es decir: voy a exponer en el primer piso del Bellas Artes y otra distinta es decir: voy a mostrar mi obra en la Planta Baja, Ala Sur del (impostando la voz) Palacio Nacional de Bellas Artes. Es lindo, ¡Es emocionante! Porque yo partí barriendo.

-¿Cómo es eso?

-Yo para mi época fui un adelantado. Me fui de mi casa a los 18 y tuve que trabajar. Vendí quesos, huevos, pan de pascua. Al panadero del barrio le dije un día: “dame 100 panes de muestra y yo te los vendo”. Me los pasó, fui a ofrecerlos a Tricot y Falabella y me fue la raja, el loco no lo podía creer, los vendía todos. Si me hubiera dedicado a ser comerciante, tal vez me habría ido mejor que en la pintura. Habría ganado más plata.

-Pero ahora eres comerciante de tu propia obra

-Sí, pero es limitado porque no hay volumen. El músico sigue cobrando hasta el día de su muerte cada vez que tocan su tema. El pintor, en cambio, cobra una sola vez por su cuadro.

-¿En cuánto has vendido tu cuadro más caro?

-7 millones de pesos.

-Cualquiera pensaría que eres un hijo de familia noble

-No, mi familia es noble, pero pobre. Soy un príncipe, sólo que sin herencia. He tenido que trabajar duro, como toda la gente no más. La vida cada uno tiene que buscársela. Estamos en una cultura desechable…

v-Y en medio de eso, tú practicas un oficio antiguo.%b%

-¡Qué lindo!

-Hay quienes se refieren a ti como un pintor de la corte

-Me encantaría ser pintor de la corte. Los grandes pintores siempre lo fueron. Pero yo no lo soy. Puedes pasarte la vida haciendo la pata o hacer como yo: que la corte venga a buscarte.

-Tu obra es calificada como neoexpresionista, ¿Te agrada esa clasificación?

-Es que mi estilo es otro. Mi estilo se llama “Impresionante”.

-¿Por qué?

-Porque veo la cara de las viejas cuando ven mis cuadros y dicen: Ohhhh! Quedan impresionadas.

-Tiene sus ventajas ser pintor

-Los pintores tienen un pasaporte. En la mañana pueden estar en la dura, transando droga, qué se yo y en la tarde, estar tomando el té con el Presidente.

-¿Cómo se gana ese pasaporte?

-Si no haces lo que te gusta con pasión, no te ganas nada. Para ser pintor no se necesita un cartón ni la aprobación de la sociedad, pero sí trabajar mucho. No creo en el coeficiente intelectual, no creo en nada que tenga que ver con parámetros normales de aprendizaje. Yo repetí tres veces en la media porque me aburrí.

-¿Cuando se te ocurrió que querías ser pintor?

-Cuando tenía 18 años llevaba como un mes en cama con las amígdalas hinchadas y mi tía Marina me regaló un set de óleos. Puse un par de tarros abollados y me sorprendí a mí mismo diciéndome: “ya, voy a ser pintor” Y pinté esos dos tarros. Después, cuando tenía como 20 años estaba solo, no tenía polola, nadie me quería y de repente las chicas me empezaron a preguntar: Y tú, ¿Qué haces? “Yo soy pintor”, les decía. Y las mujeres comenzaron a caer como moscas.

-¿Y te resultaba el truco?

-Absolutamente.

-¿En qué crees?

-Creo en la memoria de la materia, los fantasmas los hacen los vivos. Me declaro ateo. Me muero y luego viene la nada. Si aparece un fantasma mío después es porque alguien me hizo presente con sus neuronas. Pero, cuando entro en comunión con la pintura y logro algo que se escapa a lo ya existente, digo: creo en Dios.

-¿Qué te divierte?

-Tomar y pintar y estar con mis hijos y pololear.

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