24.11.05
19.11.05
Luis Alberto Spinetta "Somos pequeños poetas de pacotilla"
Por los parlantes de la escuela, un niño escucha a Chopin y queda impactado. Cada domingo canta en la iglesia y sueña con melodías. Más tarde alguien le regala una guitarra y él se sumerge a componer y experimentar. A los 19 años debuta junto a la banda "Almendra". Tiene 19 años y su apellido, Spinetta comienza a hacer historia en el rock. De esa época es su clásico "Muchacha Ojos de papel", elegida la mejor canción de la historia del rock argentino por la revista Rolling Stone. Aunque sus seguidores se la piden a gritos, él no la canta. "Ya no me gusta", dice. "Fue una canción para la primera mujer de la que me enamoré. Ya pasó. Es otro tiempo".
Ahora tiene 55 años y habla con voz de niño. A comienzos de septiembre ofreció tres conciertos en Chile. Desde hace tiempo sólo hablaba con la prensa por chat o correo electrónico. Sin embargo, recibió a The Clinic en una sala de conferencias tan elegantemente lúgubre que a Spinetta le dio miedo. "No me dejen solo", dijo y se sentó en una silla que parecía trono. Habló sin parar.
No. Ahora quiero ser bien visible en términos de poderme reconocer. El invisible está en un mundo demasiado solitario. Si en algún momento dije eso quizás me refería a un anhelo. ¿Viste que en los libros de Castaneda hablan del arte de ensoñar? En el mundo de los sueños, lo que a nosotros nos resultaría invisible es visible.
Por Alejandra Delgado
Carlos Castaneda proponía también olvidar la historia personal...
Yo creo que se refería a recordar el pasado con una intensidad tan férrea que te exija seguir permaneciendo. Al soñar puedes soñar toda tu vida y te puedes trasladar en el tiempo y en el espacio. Hoy yo quiero algo más sencillo. Jajaja. No sé, unas machas a la parmesana, un Santa Ema, ¿viste? Una linda charla, un disco de Bill Evans.
Has criticado a las bandas argentinas actuales, dices que les falta pasión, lírica...
A todo lo latinoamericano le está faltando eso cuando fue su punto más alto en algún momento. Pareciera que los locos no pueden escribir o ser comprometidos con la poesía. Al revés, están comprometidos con vender. Firman un contrato y saben que si se hacen poesía no venden. Entonces, listo. Eso señala dos tendencias universales: una creativa y otra comercial. Ambas pueden coincidir, obvio.
En tu caso coinciden.
Bueno, yo me mantengo haciendo lo que quise todo este tiempo... No es que haya combinado lo mejor de ambos mundos.
¿Cómo es la poesía Spinetta?
No hay una poesía con mi nombre. No existe, ni va a existir. Sí creo que uno escribe lo que siente y que, a veces, lo mezcla con cosas que ha soñado a través del tiempo.
Tus canciones están plagadas de metáforas y de estados anímicos...
Si, hay ideas pero no creo que por eso tenga un sello. Creo que somos pequeños poetas de pacotilla. Somos proyectos de poetas, porque toda nuestra vida va a ser una poesía. Ahora estamos en la mitad de la vida. Hasta que no la termine, no soy poeta.
¿Qué sonido te deslumbra?
Las risas en general son muy buenas. Las risas de los niños, especialmente la de los más chicos, son curativas. Vos decís: "mirá como se ríe este" y aunque no te podés reír porque estás jodido por algo, te parecen un sauna. Las guitarras eléctricas tienen un lindo sonido. El seseo de una libélula es bello. Tantas cosas suenan bien.
Algún recuerdo que suene bien…
Un día que estaba tocando la guitarra y mi hijo Dante tenía como un año. Y en esa especie de ensalada rusa que se produce con los críos y la guitarra y la mamá que los requiere, el loco viene y me tapa la guitarra. Yo quería entregarle un sonido y él me la tapaba y me miraba para ver cuál era mi reacción Jajaja... No me voy a olvidar nunca. Entonces yo lo agarré a Dante y le dije: "bueno, vos pegále a la guitarra, vení, pegále". Entonces empezó a acariciar la guitarra y en un momento dado salieron sonidos. Yo le dije una de esas cosas que dicen los padres: ¿cuando seas grande me imagino que también vas a tocar la guitarra? Y él me dijo: "Sí. Yo me acuerdo cuando estaba adentro de la panza de mamá y hacía frío y estaba muy oscuro". Cuando la mamá estaba embarazada yo le ponía la guitarra en la panza y le hacía acordes, entonces, el flaco ese día reunió todo en una imagen. Fue muy bello.
¿Qué libro te ha conmovido?
¡Muchos! Últimamente leí un libro muy hermoso de Jorge Luis Borges que se llama "Arte Poética". Es una charla en una universidad en la que traza una visión de cómo se podría configurar la poesía. Habla de las metáforas y de cómo, por ejemplo, para que Neruda diga: "Boina Gris", tuvieron que pasar dos o tres siglos ¿viste?. Porque, inicialmente, "boina" no fue eso. Seguramente es una metáfora de la metáfora de la metáfora. Igual que el color gris. Neruda tiene la capacidad de inventar nuevas metáforas que quedan para los otros poetas. Hay que entender, como dice Borges, que la metáfora inicial nace de un relato. Es todo lo contrario a lo que uno imagina: el relato es lo que se ve, es como el video de lo que pasó. Y cuando un poeta dice "el mar oscuro" o "un mar de sangre", está hablando de la poesía de los relatos. "Boina Gris". ¡Qué lejos que está esa metáfora! ¡Fijáte todo el viaje que pegó!, todas las vueltas para poder designar algo tan soberano como lo que Neruda ve en esa boina, esa belleza a la vez tan humilde como una boina y el color de nadie, el color de todos que es el gris. ¡Maravilloso! En ese libro, Borges, aunque no te enseñe a escribir porque eso va a tener que nacer de tu propia alma, por lo menos te enseña a ver de qué modo podría ser. Habla del convencimiento, de que algo no solamente tiene que estar bien escrito, sino que el autor te tiene que convencer. Como Cervantes, que te atrapa y vos querés seguir leyendo y no decís: "parece que éste es un hijo de puta".
En una conferencia sobre la historia del sonido dijiste que la organización de la música en occidente está relacionada con la cárcel. ¿Cómo es eso?
Eso salió de unas clínicas musicales en las que yo traté de establecer cómo el hombre había dispuesto de forma equidistante el tempo. Cuando vino la era de los inventos, el hombre creó un metrónomo, entonces después vino un músico que escribió: corchea = 120. Significa que vos ponés el aparato y cada vez que pase un minuto tendrán que pasar 20 corcheas. Una velocidad: eso es muy del siglo XIX, al igual que el panóptico, la cárcel, el ministerio, el hospital...
¿Tu estás dentro o fuera de ese presidio?
El que sienta cualquier cosa como presidio, desde los ojos de una bella mujer hasta lo más oscuro, está preso. Y el que no siente eso puede incluso estar preso y sentir que su alma vuela. La organización del sonido tiende a pertenecer al grupo de aquellos que han metodizado el anhelo. Es un método y se tiene que aprender. Es un alarde de sistematización y de técnica. Pero lo usaron todos los músicos ¿viste?. Nunca vas a pensar que Mahler no sentía o que estaba preso por usar el metrónomo. El metrónomo es una figura cultural. Por ahí una gota que cayó en el año VIII... tuc... tuc... tuc... tuc... ¡fue un hallazgo! Yo creo que el primer hombre que se dio cuenta de eso, se quedó a rezarle al dios de esa continuidad, porque empezó a escuchar un tintineo y dijo: "alguien estuvo acá".
*(Entrevista realizada en Chile en agosto de 2005 y publicada en The Clinic)
Los panteras
Desde el cerro se veía la población. Y ellos, en medio de la maleza parda, musitaban su bronca. Pero a risotadas. O rapeando. Sabiendo que el vivo sobrevive y que el gil se queda atrás. Por eso se sientan flytes... volando en positivo. Amando las calles que los cobijan porque son su madre y padre. Los amigos, sus hermanos. Eternizando sus existencias en la métrica de un poema furioso. Asqueados de tantas detenciones por sopecha. Vomitando ira contra los pacos. Por sapos. Por aburridos. Así rugen como su nombre, los cumas de "Panteras Negras". Con un grafitti pegado al alma. La marginalidad no es un cuento que se inventaron para ser hip hop. No es su moda del momento. Es su mañana, la tarde, la noche oscura y dispuesta a todo. A transitar por la Huamachuco haciendose repetar. A combos, con navaja, sus pistolones si es necesario. Y dormir cuando la ciudad brame.
17.11.05
la burocracia
la burocracia es como una mueca. Una caña por la mañana. El bolso donde no encuentras nada por que está lleno. Copado. Es como jugar al "compra huevos". O como calentar la tetera sin tomarce el tecito. La burocracia es juntar várices en las piernas, d etanto ser tramitado. Tener que buscarse un buen libro para esperar a que la burocracia te atienda. Comerse las uñas en la fila. Un pin pon. Eso, un pin pon. Sin la burocracia, las "diligencias" no tendrían ese qué se yo. Igual me cago en ella. Llevo dos años esperando poder titularme. Pero la burocracia me sacó la lengua un tiempo, ni tan largo. El suficiente como para mostrarme su aliento a vieja rancia. Sus dientes amarillos. Gastados de tanto intentar buscar un orden en el caos. Al fin se cierra el círculo. Chaito. Burocrática.
10.11.05
condones
me han pedido que escriba sobre el condón y yo, fatalmente, lo detesto. La primera cosa parecida a un preservativo data de los egipcios. Quizás los romanos, muy probablemente los griegos. me da lo mismo. Yo me quedo con la frase que una francesa del siglo XVII escribió sobre este depósito de semen. Lo llamó: "esa armadura contra el placer".
6.11.05
collar de perlas
La rueda de la bicicleta giraba su brillo circular cuando de pronto su dueña notó que algo resplandecía sobre el asfalto. Le pareció ver un collar d eperlas. Frenó en seco. Miró hacia todos lados para ver si la propietaria de dicha joya no rondaba aún por el lugar. Nadie. Entonces se precipitó sobre el collar y lo tomó. Trepidante. Esas perlas olían a perfume de mujer antigua. ¿Qué cresta hacían en una ciclovía? se preguntó. No cabía duda, pensó, aquello era una señal, el modo intimidante que la vida tiene de enseñarte ciertas rutas. Si su especulación resultaba no ser el fruto de su delirio habitual, esas perlas podían representar un nuevo momento y había que tomarlo. Por asalto y ya. Colgó el collar de su cuello. Notó que no hacía juego alguno con la ropa que llevaba puesta, con su pelo enmarañado, con el rostro ajado. O tal vez sí. La estética no importaba tanto en ese minuto como ejecutar la alegoría. Reemprendió el pedaleo.
5.11.05
nostalgias
Pedro Juan Gutiérrez es un escritor cubano. Loco como una cabra. Intenso. Vivo. Escribe como si fuera un ciclón. Leí su "Trilogía sucia de la Habana" y entre crónicas apuradas que incluían sexo, ron y una violencia abrasadora encontré las siguientes líneas, las más bellas dentros de la crudeza de sus relatos:
"es imposible desprenderse de las nostalgias, porque es imposible desprenderse de la memoria. es imposible desprenderse de lo que se ha amado... Todo eso irá siempre con uno. Uno siempre anhelará tanto rehacer lo bueno de la vida como olvidar y destruir la memoria de lo malo. Borrar las perversidades que hemos cometido, deshacer el recuerdo d ela spersonas que nos han dañado, quitar las tristezas y las ápocas de infelicidad es totalmente humano, entonces, ser un nostálgico y la única solución es aprender a convivir con las nostalgias"
"es imposible desprenderse de las nostalgias, porque es imposible desprenderse de la memoria. es imposible desprenderse de lo que se ha amado... Todo eso irá siempre con uno. Uno siempre anhelará tanto rehacer lo bueno de la vida como olvidar y destruir la memoria de lo malo. Borrar las perversidades que hemos cometido, deshacer el recuerdo d ela spersonas que nos han dañado, quitar las tristezas y las ápocas de infelicidad es totalmente humano, entonces, ser un nostálgico y la única solución es aprender a convivir con las nostalgias"
Fluoxetina 2005
nunca tiene calma. se lo pasa buscando refugio en pensamientos elevados. aunque a veces descansa la mirada en su ventana, mirando esas flores y un pedazo de cielo que por ahí se asoma. siente que el mundo le queda grande. respira una bocanada de humo nicotínico. vomita. nunca está en calma. quisiera que el viento se llevara la casa. soplada por un lobo feroz. arrasada por la mano de un gigante egoísta. hoy regó sus plantas. besó los árboles. pisó la tierra húmeda de la mañana. miró las flores que una amiga le regaló. pensó en un hombre, quizás dos. buscó imágenes mentales. recordó que tenía que tomar su remedio. fluoxetina 2005. atrás quedó la hierba de san juan. las aguitas de toronjil que le recomendó Violeta. ya no le sirve. tiene una pena pegada al alma. no tiene calma. ahora mira a través de esta ventana. respira. se hunde
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