Los pasajeros del metro
se convierten en bultos estáticos
mientras suben por la escala mecánica.
Pero uno de ellos, un niño arropado,
se enredó en los peldaños y gira eternamente.
Desconfío de los perros y de las uvas
–peor aún de la lluvia
cuando escucho campanadas.
Voy contando las balizas por la calle
y a mi alrededor la gente se cansa
de insultar al silencio.
La noche es el abrigo de los transeúntes.
Me sorprendo, cada segundo es un paso.
El sol frío de estos días añora la noche
para sentirse acompañado.
Veo pasar a los autos y no pienso
con palabras.
Dirás, diremos algo.
No estás obligado.
¿Para qué abres los ojos?
¿Qué es nuevo?
En la otra habitación alguien habla
pierde el tiempo con gusto.
Cuento días con un ábaco.
Las ventanas están empañadas,
el mundo giró más veloz
por un segundo.
Invento un nombre
y los dedos deslizo.
Debería
escribir
las notas
de una canción.
Y saludar a quien
compone en las noches.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario