"Él se encontraba, por primera vez en su vida, en un lugar donde la ausencia de mujeres era notable y pensó en que ellas habrían atacado el campamento, habrían quemado el mobiliario, enterrado las latas, fregado los suelos, limpiado el tubo de las lámparas y puesto ramilletes de violetas y de sellos de Salomón en una zapatilla de cristal, o en alguna otra encantadora antigualla. Bajo su administración, el césped se extendería desde el refugio hasta el lago, en la parte de atrás florecerían hierbas para condimentar y verduras para ensalada y pondrían cortinas, alfombras, retretes químicos y relojes que dieran las horas".
(J. CH.)
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