29.6.08

Domingo de San Pedro


Una delicada neblina cubre rasante la costa. Bajo mis pies, los cerros. Recortadas contra el cielo, las formas perfectas de los campanarios, alzados magníficamente por sobre casas, más allá de las copas de gruesos y añejosárboles. Hoy se celebra a San Pedro por lo que el campaneo ha sido duro e incesante. Bella melodía para un domingo a la mañana, pero ya es cerca del mediodía y podrían parar. Cada uno con su credo, digo. En la bahía la resolana resalta la oscuridad de esos buques de guerra que pasan ahí como encallados, reposando la guerra que nunca ha sido, pero que vive latente bajo la idea del estado nación. En la radio suena Nusrat Fateh Ali Khan, nacido el día 13 de octubre de 1948 en Faisalabad Pakistán. Muerto el 16 de agosto de 1997 en Londres, Reino Unido. Combinadas estas melodías con el trinar de los pájaros que habitan en el bosque bajo este balcón, pienso que soy una fortunada y que el existencialismo que me ronda es una excusa para escribir. La melancolía nutre de letras el papel. A veces abuso de este estado. Y me canso. Y caigo. Ahora una nube negra inmensa se posa sobre la parte baja de los cerros y el mar queda como en un recuadro, bajo un telón mortecino, como encantado por un mago que ayunó. Esta mañana ayuné. Bajo la firme idea de que levantarme de la cama me era imposible. Después de dormir 18 horas, no es llegar y saltar de la cama. Hay que tener valor. A las 8 y 30 tenía perfecta lucidez, pero ni la Amelia, ni Vicente contestaron a mis llamados. Quería tomarme un jugo de naranja con alguno de los dos o con ambos hubiera sido ideal. Pero presiento que todavía están emanando roncola por los poros. La ansiedad es como un pulpo que tienes adosado al estómago que succiona tan fuerte que te mantiene inquieto y con ganas de cambiar de estado. Ahí están otra vez las campanas hinchando con insistencia fiel. Una buena forma de saltarse la ansiedad es leyendo. A veces, dependiendo del autor, encuentras líneas tan perfectas que la concentración cambia de foco. Como no tuve con quien tomarme el jugo de naranja y tampoco quería leventarme, agarré "La Familia Wapshot", de Cheever y tuve este hallazgo: "Era bella, pero al probar el agua del vaso sonreía con tristeza, como si ésta esuviera amarga, porque, a pesar de su entusiasmo cívico, tenía un gusto por la melancolía- por el olor de la corteza de naranja y del humo de leña- verdaderamente excepcional". Ahora si que se cubrió todo el cielo. El puerto de gris es una espectáculo algo triste a no ser por el montón de colores salpicados en forma de fachadas. Vicente llama y dice que vaya a tomar jugo de naranja. Ya no es mi deseo, preferiría caminar por el borde marino, pero las caletas estarán repletas de fieles y pescadores que honran a su patrono, nada contra ellos, el autismo en ocasiones es un buen camino. O quizás mezclarse en la procesión sea la mejor manera de aprender a estar sola. Mi papá se llama Pedro!, entonces hoy está de santo (de santo...) Pienso en llamarlo, pero deshecho la idea. Nunca lo llamo y San Pedro no es el mejor pretexto para un reencuentro. Muero de hambre. La mañana sigue pareciéndose más a un atardecer, la ciudad apenas es un murmullo, tal parece que el día será breve. Sin sol, sin luz, sin mar a la vista, me sumergiré en el agüita caliente hasta derretirme y quedar con los dedos como anciana.

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