20.12.09

casi nada

se rompieron 4 platos. todos juntos, todos sin ningún recato. posaba justo el cuarto sobre el tercero, que a su vez sostenía al segundo y así hasta que de pronto hicieron crack! sobre la loza de la cocina. poco antes contuvieron arroz con gambas que comí con devoción. bebí blanco y combiné con negro. pensaba de tanto en tanto que aquella invitación era un buen modo de sacarme el pudor del rostro. azulito había vuelto a las pistas. desplazarse por valparaíso se tornaba una excusa para salir de la cama por fin en un día tan soledo que alguien dijo por ahí, llamaba al viento y el viento a los pelícanos y estos a sus secuaces. yo no sé si sería el día o el viento o la fortuna pero la noche me llevó a un plato gourmet y buena compañía. alguien cae en este segundo por la escalera del antejardín, no me sobresalta, sólo le echaría un jarro de agua en la cabeza, el absurdo de vivir la vida loca es terminar haciendo cada día un poco lo mismo hasta que un día pareciera uno estar viviendo el día de la marmota. siempre lo mismo. siempre haciendo exactamente lo mismo aunque suene diferente. es como cantar cada lunes el himno nacional, una paya patrótica que poco tiene de versátil. si la gente tuviera neuronas es muy probable que evadiría de sutiles maneras los actos repetitivos como saludar por saludar. decir estoy bien cuando en el fondo lo que sientes es pena profunda y amarga y podrías decir estoy triste y sí agradecería un abrazo cálido. tanta asepsia es vana. casi como escribir en fesibuk. mejor me duermo para despertar en el mar.

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