parece estar siempre alegre aunque, sopecho, un dolor oculto como su piercing en su oreja derecha se asoma de vez en cuando. Un heavy metal suele retornarla a la calma. Transita entre el mundo adulto, al que connsidera falso, hipócrita y trastornado y el infantil, que ya no le cabe porque jugar es algo demasiado pendejo. Pero es bella. Bella como la noche tibia.
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