__De la revolución de los cuerpos celestes__
Fue en la más joven de las hijas de Cártago
donde supimos que el amanecer
mentía a los hombres que vienen del estruendo
esa ciudad fue un puerto dúctil
una tesis de posibilidades,
pasillos de aeropuerto
y rampas que conducían hasta el aura oculta de la luna
fuiste tú una de las parcas que midió
la historia aquella que nunca te pude escribir
y que dejé colgada en promesa
como lágrima sobre tu pecho
estábamos perdidos a drede
en una ciudad de pasajes y pasajeros
haciendo caso omiso de las advertencias de Walter Benjamin
construyendo laberintos entre cafés y gaiteros fantasmas
extraviados entre el bosque de las maderas viejas y
miradas furtivas por dentro de tu blusa
siendo pasajeros
supimos que a veces
el tiempo tiene la facultad de detenerse
pero que el desplazamiento inevitable
y las rotaciones de propias de nuestra astronomía de clase turística
y reembolsos a contrafactura
continuaron su sumatoria feroz más allá de nuestro milagro de
relojerías
el tiempo fue una barca que nos abandonó
a nuestra suerte en una playa feliz, Marta
como los náufragos de los mares del sur
bailamos con las mascaras
bailamos con los fantasmas
bailamos con los espejos
bailamos con los que nunca fuimos
bailamos condenados a muerte
con la felicidad de los ahogados en las playas de la nostalgia
fuimos ciudad
fuimos laberinto
fuimos puertos
fuimos puertas
quedamos abiertos a ese amanecer falaz
a la historia de los que pasan sin saberse
y convencidos desde nuestros asientos suspendidos en el aire
que la conspiración que fraguamos entre
tomates con albahacas
es el trazo preciso hacia la única certeza
de tu cuerpo repartido
y el naufragio que arribará hasta la costa breve
de la muerte constante más allá del amor.
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