17.1.06

ROCKERAS

Prefieran la marihuana a la cocaína. La piscola y la cerveza para después de las tocatas. Nunca en el escenario. Arriba prefieren tocar. Hartas de ser las minas de bandas formadas por hombres, hicieron las suyas. Con nombre raros. Sin odio, pero con sorna acaban de reunirse en el Fem Fest, un festival de bandas femeninas que las dejó con 360 pesos en los bolsillos para cada una como ganancia, pero con la satisfacción de haber convocado a 200 personas el mismo día en que la gente estaba en las calles bailando con el promocionado Love Parade. En medio del fragor de las elecciones presidenciales, The Clinic conversó con las integrantes de Lilits, Vaso de leche y Logos Legos. Aquí, rock de mujeres para todos los ciudadanos.

Por Alejandra Delgado, fotos Alejandro Olivares.

LOGOS LEGOS
Ella era “la” mina de una banda llamada Enmascarados de Monterrey. Rock “pichulero adolescente”. Tenía 15 años. Nada mal para empezar. A veces le decían que tocaba bien para ser mujer. Ella agradecía los escasos halagos. Un día fue mucho y los mandó a la cresta. Entonces María Paz Rizz, que hoy tiene 21, conoció a Antonia Piña. Misma edad, iguales quejas, similares inquietudes. Junto a dos chicas más formaron “Penélope Glamour”, un desquite juvenil con sonidos de surf rock a tantos desaires masculinos. Eran tiempos en que pedir un local les costaba mucho. Se disfrazaban para actuar, parecían ligt, sólo chicas, no las pescaban
-Un día nos dejaron tocar en una discoteque y fue super hostil, lleno de hombres. No cachábamos nada. Queríamos hacer una prueba de sonido, pero un tipo nos dijo: no se preocupen niñitas por el sonido, vayan a disfrazarse no más, recuerda María Paz.
Más tarde, las dos adolescentes de Penélope Glamour se unieron a una bajista y formaron las “Rompehogares”. María Paz en guitarra, Antonia en teclados. Vomitando feminismo extremo en las letras compusieron canciones como “Te odio” (despecho puro con un coro que decía simplemente: “me declaro estafada”) y “Actitud” (Con voz dulce y angelical cantan: “no te fíes, te puedo morder, si me provocas, te puedo matar porque tengo actitud animal”). “Quiero verte” dice así:
“Sólo necesito saber
si quieres ser mi amante
satisfacción garantizada
hacer de un baño de burbujas
una paraíso terrenal
pero no te atreves
soy demasiado para ti
sólo eres un mamón”
-Empecé a cantar antes de hablar y desde siempre toqué con hombres. Era fácil ser la del pandero, la vocalista o la tecladista. Pero no hay interacción. Con las minas puedes llorar, quejarte si tienes la regla. No es feminismo, sólo reacción ante el machismo, ante las bandas que te marcan y te dicen: eres mina mina mina, alega Antonia.
Inspiradas por Pixies, Fugacis, Smushing Pumkins cada una llegó a la música por diferentes caminos. María Paz por estudios desde chica. Antonia por oído. Una estudia Pedagogía en Música , la otra Filosofía.
-Un día me compré un bajo Yamaha blanco en cien lucas. Estuvo en mi casa como mueble durante mucho tiempo. Hasta que lo agarré, cuenta Antonia.
Tenía la cabeza llena de ideas. Escribís canciones en la micro, en el metro, encerrada en su pieza. De tanto pensar un día colapsó y comenzó a componer sólo sonidos. De esas raras composiciones nació una nueva banda y con ella el empuje de una escena femenina emergente: Logos Legos.
-Cuando se fue la bajista de Rompecorazones a vivir a España hicimos Logos legos con ganas de experimentar ritmos nuevos. Yo nunca había tocado bajo y eso ya era un gran salto, recuerda Antonia.
En “Tecnobán” la mezcla de ritmos es evidente. Sólo un “huija” como coro. Muchas de las canciones de esta etapa hacen referencia a la adicción de ambas por el cine. “El pensamiento de Norman Bates”, por ejemplo, es un tema instrumental que nació de plasmar en notas lo que Antonia creía estaba pensado Bates en su sicótica residencial. O “Los Pájaros” y sus guitarras sicodélicas alusivas al mensaje claustrofóbico del film de Hitchcock.


LILITS
Luego de repetir dos veces de curso, su mamá le dijo: “te vas de la banda”. Y Bárbara Finsterrbusch (22), cachando que se estaba distorsionando en el carrete, dejó de cantar por un año en “Lilits”. La banda que formó en 1999 junto a otras compañeras del colegio Siglo XXI de la Florida nació de una rabia furibunda contra todo.
-Usábamos parches, éramos enteras de punkies. “Mi pobreza” se convirtió en un hit, cantábamos: “dime a la cara que soy una perra una vez más”. Era la raja, pero me autocastigué por un año. En ese tiempo me di cuenta que hacer música era mucho más que un pasatiempo, recuerda la vocalista de Lilits.
Por esos días anunciaban en la radio una tocata de las Lilits, y ella, castigada, maciza y ruda, agarró el equipo con furia y lo tiró por la ventana del segundo piso.
No aguantó más y volvió.
Entonces comenzaron a tocar en circuitos pequeños, como los colectivos de integración al rock que se hacían en la población Los Copihues. Gente adulta en su mayoría y ellas, minas y pendejas.
-Nos gritaban: ¡empelota!, ¡en colaless! Lo único que les faltaba era mostrarnos el pico, cuenta Bárbara.
Hoy, junto a Masiel en bajo, Javiera en batería y Lorena en la guitarra, acaban de sacar su primer disco homónimo apadrinadas por Alvaro España de Fiskales AdHok y su sello CFA.
Una evolución musical desde la época escolar.
-Todas escuchamos músicas diferentes, de muy variados estilos, entonces siempre estamos mezclando nuevos elementos. Pero seguimos siendo una banda punk rock, dice.
Bárbara creció escuchando grunge por sus hermanas y new wave por sus tías. Luego agarró su propio estilo con bandas femeninas europeas.
Luego de las tocatas, cuenta, muchas mujeres se le acercan para felicitarlas y decirle que se sienten representadas por las Lilits en el escenario. Algo que le reafirma su decisión de seguir en la música además de su trabajo como mesera en un pub y sus estudios de Periodismo.
-La banda es mi respiro, aclara confiada.
Por eso no deja de escribir canciones. “Todos los días te van pasando cosas que no me limitan al momento de escribir. Lo rico es dejar plasmado el momento que estás viviendo”.
Sus letras van desde la contestataria “Yo quiero ya” (“por monedas no cambiarás nuestra mentalidad, a nosotras nunca nadie nos logrará callar”) a la diatriba en contra de la Apec “Cállate”… “me da asco tu cara de gil”, gime Bárbara en esta canción en un tono agresivo, pero femenino.
También le gusta alardear sobre su autosatisfacción en el sexo y cantar sugerente : “¿te gustó el líquido que emana de allí?”. De su padre no sabe nada. Entonces dice, “los hombre en mi vida los adquiero yo”.
Y aunque las canciones de las Lilits no aluden a un feminismo extremo, Lorena (23), la guitarrista, “la gata”, como le gusta que la llamen, reconoce:
-Esto no es un repechaje en contra de los hombres. No hay odio hacia ellos. Tocamos porque queremos.
Igual los compadece. No se olvida de sus ex compañeros de banda que siempre la vieron como una competencia. O a ese tipo que una vez se volvió loco por sus movimientos en escena y le pidió que lo dejara grabarla. Y ella, como si nada. Estaba demasiado ocupada enrollando el cable de la amplificación. Y él, con actitud “imbécil” diciéndole:
-¡Y más encima sabís enrollar cables! Eres mi ídola.
-Era un perno. Creen que porque tocamos les queremos quitar el poder. Yo simplemente siento que estoy a la mierda cuando toco. No estoy en la tierra, remata.
No todo es tener que defenderse del ninguneo en todo caso. Lorena reconoce que la discriminación positiva a veces, las favorece. Las Lilits se presentaron en los recientes Carnavales culturales de Valparaíso y mientras la “Gata” trataba de arreglar un desperfecto en un cable, tenía a diez técnicos a su alrededor ofreciéndole ayuda. Se rió y dijo que ella podía. Pero no estuvo mal el halago.
Lorena es estudiante de fotografía y toca de oído. Hace unos años encontró una guitarra botada, la arregló, se compró unos cancioneros y empezó.


VASO DE LECHE
Tania llega atrasada a la entrevista. Viene sudada. Se moja el pelo que se rapó apenas terminó el año escolar y cesaron temporalmente sus funciones de profesora de música. Todo el año debe esconder su look punketa porque no es un buen ejemplo para los niños, le dicen sus jefes. Ella acata, pero se queja
-Todo está tan normado en Chile.
Viene de la comisaría a donde se la llevaron presa por dejar estacionada la bicicleta en una estación del metro.
-Me da rabia. Yo andaba acompañando a mi novia a dejar currículum por todo Santiago y no podíamos dejar la bicicleta en cualquier lado.
Con su bajo en “Vaso de leche”, rara simbiosis musical de Violeta Parra y Sonic Youth, se descarga. La acompaña Carola Ozaus, quien a sus 33 años afirma que esta tendencia de grupos femeninos de rock es “vanguardista”
-Yo tocaba en las primeras escuelas de rock que se hicieron a fines de los noventa. Siempre con hombres. Y me decían: ¡cacha toca guitarra y puntea! Como si so fuera muy anormal. Por eso es una emoción llegar a los 33 y ver que hay un cambio, ver que el club de Toby empieza a desaparecer… y el club de las Lulús también porque tiene que haber una transición para que el rock de mina deje de ser el rock de mina y sea sólo buena música.
Carola se fue de su casa bien chica. Hija única de familia conservadora, no soportó la presión de sus padres por hacer de ella una chica más “normal”. El año 90 se hizo su primera guitarra hechiza. No habían tantas oportunidades tecnológicas como ahora. En su casa creyeron que era un pasatiempo y esperaban que algún día sentara cabeza. Y formara una familia
-Yo decidí no tener hijos porque lo que más deseo en la vida es hacer música. O tengo ganas de tener familia, declara.
Los hombres no son un tema para ella. Hoy tiene una novia y ayer tuvo novios. Pero no los cacha, dice.
-Un día estaba tocando con hombres y llegó mi novia, pero ellos no sabían quien era. Quedaron locos con ella. Todos tocaron como nunca, se quebraban. Después preguntaban, ¿a quien vendrá a ver?. A mí, les dije yo. No lo podían creer. Su ego estaba herido.
Vaso de leche habla en sus temas de amor, muerte, soledad. El ser humano en su dimensión más frágil. En una ocasión Carola agarró un libro de Vicente Huidobro que estaba en una librería. Valía 40 mil pesos. Demasiado. Se sentó a copiar un poema en su cuaderno. “Ecuatorial”. Llegó a su casa y lo musicalizó. Así compuso “Vicente”:
“Trescientos sesenta y cinco pájaros tiene el cielo
Estos pájaros serán banderas el día del gran triunfo
Cuando los hombres oigan contar la hora del hombre
Cuando nadie viva del esfuerzo nacido de otros pechos
Cuando nadie se nutra de la cara ajena
Ni respire por pulmones extraños
Ni se ate los pantalones con las tripas esclavas”.

1 comentario:

salgadoboza dijo...

En el caso de el difuto Logos legos, falso: Sergio tocaba la bateria.

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