20.1.10

raíces

Otros habrían hablado de “raíces”... Pero no es ése un vocabulario que yo use. No me gusta la palabra “raíces”, y menos aún me gusta la imagen. Las raíces se entierran en el suelo, se retuercen entre el barro, prosperan en las tinieblas; tienen al árbol cautivo desde que nace y lo nutren a cambio de su chantaje. “¡Si te liberas, te mueres!”.
A los árboles no les queda más remedio que resignarse, necesitan tener raíces; los hombres, no. Respiramos la luz, codiciamos el cielo, y cuando nos hundimos en la tierra es para pudrirnos. La savia del suelo natal no nos entra por los pies para subirnos hasta la cabeza, los pies sólo nos sirven para andar. Lo único que nos importa son los caminos. Ellos nos llevan: de la pobreza a la riqueza, o a otra pobreza; de la servidumbre a la libertad, o a la muerte violenta. Nos prometen, nos transportan, nos impulsan y, luego, nos abandonan. Y entonces nos morimos, igual que nacimos, a la vera de un camino que no habíamos escogido.
En contra de lo que sucede con los árboles, los caminos no brotan del suelo al azar de las sementeras. Tienen un origen, igual que nosotros.(...)


Amin Maalouf, Orígenes.

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