28.10.05

Para Dominga Robles



"-Está bien ¡seguiré luchando! –suspiró Ilín-. Lo haré de buen grado... Pero difícilmente sacaré nada de mi lucha. O me meteré una bala en la frente o... me pondré a beber de la manera más estúpida. ¡Nada bueno me espera! Todo tiene sus límites, también los tiene la lucha contra la naturaleza. Dígame, ¿cómo se puede luchar contra la locura? Si uno bebe vino, ¿cómo logrará vencer la excitación? ¿Qué puedo hacer yo si su imagen se ha clavado en mi alma y se yergue de manera obsesiva ante mis ojos, día y noche, como ahora este pino? Bueno, explíqueme, ¿qué hazaña he de llevar a cabo apara librarme de ese estado abyecto y desdichado, cuando todos mis pensamientos, deseos y sueños no me pertenecen a mí, sino a cierto diablo que ha tomado posesión de mi ser?"
Esto, mi querida Dominga Robles, fue lo que le dijo Ilían Mijáilovich a Sofía mientras paseaban por el bosque, cuando "las nubes permanecían inmóviles, como prendidas en la cima de los altos y viejos pinos".
No se movía una hoja, el aire era sofocante.
Ella, cual perra, ignoraba sus ruegos, aunque nunca le decía que no del todo. Discurseaba sobre la familia. Las buenas costumbres. Huía en permanente trance.
Esto me lo contó Chéjov.

1 comentario:

Anónimo dijo...

PERSISTIR, RESISTIR, IRSE A LA MIERDA, PATEAR EL BALDE, ESTIRAR LA PATA... todas acciones muy sugerentes pero absolutamente fuera de mi alcance hoy.

Más si justo hoy me duelen las costillas de tanto estornudar y tengo el escritorio sembrado de pañuelos mocosos.

¡QUE INJUSTICIA PERMANECER EN ESTAS DESHORAS!

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