27.11.07

PANORGANICAS


Alberto Lagos es un fotógrafo persistente. Supe de su trabajo porque durante meses recibí por correo electrónico sus fotografías. Como remitente, sólo su nombre. Me pareció que no se trataban de imágenes cualquiera. Esas extrañas mezclas de colores, texturas y formas algo tenían de inquietantes. Reververaciones del sol sobre el mar, nubes gordas y blancas, pescados fileteados sobre un mesón, un solitario ser caminando en una húmeda calle. Todas ellas tenían algo en común. La repetición. La agrupación de los fotogramas como en un juego de niños.

Después de seguir recibiendo vertiginosas sucesiones de imágenes en mi correo, llegó a mis manos: “Más Uno”. Ahora esa fotografía es mía. Y con ella esos miles de granos de arena capturados con su lente casual. Esa línea horizontal que me devuelve al mar de mis recuerdos pueriles. Un ocre anaranjado cegado por un dedo extraño que dejó estampada su huella a la orilla del Pacífico.

Buena parte de esas fotografías se exhiben hoy en esta casa que parece barco, bajo el nombre de PANORGANICAS. Un título que sugiere el juego entre el plano general y sus detalles. Donde la naturaleza segmentada es el pivote en torno al cual gira cierta nostalgia perturbadora.

Alberto Lagos vive en el cerro Polanco. Su taller es sencillo. Ya lo anuncia ese escueto letrero que dice a la entrada: “Fotografo”. Simple como su entorno. Directo como las atmósferas que captura a contrapelo de “lo patrimonial”. Y que hace volcar su mirada hacia íntimos paisajes.

Alejandra Delgado

Valparaíso, noviembre 2007
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